Sin duda alguna Dios ama lo que nos ha dado para amar. Quiere que atendamos la familia pues Él mismo nos la ha dado. Fue Dios quien diseño la familia, por ello en su manifestación trinitaria se presenta como una familia, dejándonos ver desde ahí la atención relevante que la familia tiene.
No obstante, también es una realidad que el primer campo de batalla es la familia, pues es en el núcleo del hogar donde pasamos más tiempo y donde nos comportamos como quienes realmente somos, sin filtros, sin mascaras, sin estorbos. Y esto suele provocar dificultades constantes de comunicación, relación y entendimiento. Por eso Dios está interesado en la familia, pues solo con la intervención de Jesucristo podemos tener un tamiz, un parámetro para la mejor integración si permitimos que el fruto de la aceptación, la paciencia, la compresión, el perdón y la la misericordia se desarrollen en nosotros.
Al final, no olvidemos que lo que más le interesa a Dios es que seamos una familia que conozca la verdad y seamos salvos. Dios le indico a Cornelio que buscará al apóstol Pedro para escuchar el mensaje de salvacion; Cornelio tenia una casa grande, tenia sirvientes, dinero, posición y prestigio y de todo eso disfrutaban su esposa e hijos, pero no tenían lo mas importante: La vida eterna. Y estas son las palabras que nuestra familia necesita escuchar con mas urgencia y constancia.
Esto es lo más importante en nuestra casa. A pesar de nuestros defectos de caracter y debilidades que complican mucha veces nuestra relación, si tenemos a Cristo como Señor y Salvador, tenemos la esperanza de que, aunque nos falten muchas mas cosas propias de esta tierra, tenemos seguridad en que nuestra casa, nuestra familia, por imperfecta que sea, tiene la vida eterna. Que la satisfacción en nuestro hogar no sea cuanto tenemos o sabemos, o con cuanta perfección nos desenvolvemos, sino que nuestra familia, esposa, esposo, hijos conocen la verdad. De ser así, la salvación esta en nuestra casa, y tarde o temprano el fruto de esa verdad se manifestará en cada uno.
“No tengo mayor gozo que este: oír que mis hijos andan en la verdad.” 3 Juan 1:4
