“sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia;” 1 Pedro 3:15 LBLA

En toda la historia, la iglesia siempre ha enfrentado enemigos ideológicos, es decir, ha tenido que ser tenaz ante filosofías y doctrinas que, por un lado, intentan corromper o distorsionar la pureza del evangelio bíblico y por otro, enseñanzas o pensamientos totalmente contrarios a Cristo enarbolando humanismo, racionalismo, misticismo o incluso política.

La iglesia de hoy no es la excepción, nos encontramos ante un reto feroz de defender nuestras convicciones de fe ante enemigos terribles que intentan imponer su parecer, enemigos tales como el evolucionismo, el ateísmo, el feminismo, el homosexualismo, la ideología de genero, movimientos proaborto, pro divorcio, matrimonio igualitarios, educación de los hijos en manos del gobierno, lo políticamente correcto, desprecio a los padres, a los hijos, al matrimonio a la propia palabra de Dios; ideologías y pensamientos cargados de error, superstición o inmoralidad que quieren imponernos anulando así nuestra libertad de pensamiento y, peor aun, nuestra libertad de expresión y de fe.

No debemos hacer acepción de personas, pero si discriminar las opiniones que se levanten en contra de Cristo y su palabra. Defendamos nuestra fe, defendamos la veracidad y autoridad de la palabra, defendamos la razón de nuestra esperanza y como iglesia tengamos una posición firme ante toda opinión contraria a Dios y no nos avergoncemos de defenderla.

Cuando el mundo se levanta orgulloso con sus múltiples razonamientos, la iglesia debe ser fuerte y firme como lo ha sido en toda la historia, osada, desafiante y orgullosa de lo que es verdad aunque para otros sea locura.

“Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles. Pero en lo que otro tenga osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía.” 2 Corintios 11:21 RVR1960