2 Timoteo 3:12 LBLA
El hombre siempre ha buscado en la vida todo aquello que pueda satisfacer o contentar su corazón, también es cierto que el hombre tiene un instinto natural para evitar en la medida de lo posible el dolor y el sufrimiento pues esto para nada es del gusto de todos. Y esto cada vez es más notable ya que la Palabra de Dios nos muestra que en los postreros tiempos habrá “hombres amadores de sí mismos, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:2-8).
Pero es necesario entender que esta conducta de la cual habla el apóstol Pablo no es la del mundo sino de aquellos que alguna vez estuvieron en la congregación.
¿Pero en qué momento esto sucedió? Indudablemente aquellos que fueron tras estas cosas y se desviaron de la fe, Jesús nunca fue suficiente para ellos, siempre buscaron algo más; una experiencia, un milagro, reconocimiento, o algo en lo que simplemente nunca le confiaron a Jesús. Por esto, Pablo hace una advertencia gloriosa a la Iglesia o aquellos que queramos vivir en Cristo: ¡SUFRIR PERSECUCIÓN!
¿Y dónde está la gloria en esto? Jesús nos lo responde:
“Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.” (Mateo 5:10).
Así que, aquí entra la suficiencia de Cristo Jesús para la iglesia, aquí es donde se corona de gloria por el sufrimiento de la persecución, aquí es donde Su Santo Espíritu llena a Su iglesia para decir con fuerza y fervor en su corazón: ¡Jesús es Suficiente!
- Para soportar el odio de otros (Mateo 10:22)
- Para soportar el azote de otros (Mateo 10:17)
- Para soportar la tribulación (Hechos 14:22)
- Para ser muertos (Romanos 8:36)
- Para soportar la cárcel (Apocalipsis 2:10)
- Para soporta el peligro, hambre, desnudez (2 Corintios 11:23-29)
- Para soporta la corrección (Hebreos 12:7)
- Para soporta la difamación y ser llamados la escoria del mundo (1 Corintios 4:11-13)
Jesús es Suficiente para satisfacer todas las necesidades de Su iglesia. Y esta satisfacción nos permite servir a Dios en este mundo con un corazón lleno de fervor y entrega, a favor de la predicación del Evangelio. Un corazón satisfecho en Cristo hace a la iglesia dedicarse por completo a su Señor y redentor, pues ¡Jesús es Suficiente! ¡Aleluya!
