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08 Julio

Cristo murió por sus escogidos

Written by  Alejandro Corzo

“y a los que predestinó, a esos también llamó; y a los que llamó, a esos también justificó; y a los que justificó, a esos también glorificó.” Romanos 8:30

El gran mensaje del evangelio que la iglesia bíblica de todos los tiempos ha predicado con urgencia, llevándolo a tierras lejanas, es que Cristo nos justificó con su muerte y resurreccion. Sin embargo, ¿porque ante el impacto del sacrificio del hijo de Dios unos son movidos a entregar sus vidas a Jesús y otros no?, incluso, ¿por qué hay muchos que se levantan como detractores y enemigos declarados de Jesús y su obra en la cruz? La respuesta está en esta enseñanza conocida como Expiación Limitada.

Jesús nació bajo la ley divina para obedecerla por completo en nombre de los todos los pecadores desobedientes que la habían roto repetidamente. La obediencia de Cristo al morir, cumplió todas las justas exigencias de la ley y, asi, el Hijo de Dios logró una justicia perfecta, la cual es contada a los pecadores creyentes para que sean declarados justos (justificados) ante Dios.

En la cruz, Jesús soportó la completa ira del Padre por los pecados de su pueblo. En esta muerte vicaria, el Padre transfirió a su Hijo todos los pecados de todos aquellos que creerían en Él. Siendo un sacrificio y cargando el pecado, Jesús murió como sustituto en lugar de los elegidos de Dios. Por la sangre de la Cruz, Jesús reconcilió al Dios Santo con el hombre pecador, estableciendo la paz entre ambos. En su muerte redentora, Él compró a su novia, su pueblo elegido desde la eternidad.

La muerte de Jesús hizo a toda la humanidad potencialmente salvable, en el sentido de que entre la humanidad están aquellos que fueron elegidos para ser luego llamados, salvados y glorificados. Esto significa que Jesucristo, con Su muerte, simplemente no hizo a toda la humanidad redimible; Jesús en realidad redimió a un pueblo específico, asegurando y garantizando su salvación. Cristo entregó Su vida por Sus ovejas, y sólo por ellas. Cada uno de los pecados de las ovejas de Cristo está pagado. Ni una gota de la sangre de Jesús se derramó en vano. Él verdaderamente salvó a todos por quienes murió.

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.”

Juan 10:14-15

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