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09 Julio

Atraídos a Jesús

Written by  Alejandro Corzo

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera... Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.” Juan 6:37, 39

La cuarta verdad bíblica de las doctrinas de la Gracia es que la salvación de Dios no puede ser resistida por sus escogidos. Gracia es el libre e inmerecido poder de Dios de salvar a una persona de sus pecados que, de otra manera, lo llevan al infierno. La gracia lleva al cielo a quien naturalmente debería terminar en el infierno eterno.

Conocida como Gracia Irresistible, esta enseñanza nos deja claro que si Dios ha decidido otorgarte la salvación como un regalo, no hay nada en el mundo que tú puedas hacer para resistirlo y frustrar la intención de Dios de llevarte al cielo. Si Dios en verdad es soberano y no hay nada que lo detenga en su determinación, no hay dudas que a quien Él escogió para ser salvo será salvo. El evangelio dice que aquellos que vienen a Dios vienen porque Dios los trajo a Él. No es nuestra voluntad sino que es la voluntad primera y poderosa de Dios.

El Espíritu viene a convencer a los elegidos de pecado, justicia, y juicio, y a volverse al Hijo, reconociéndolo como Señor y Salvador (1 Corintios 12:3). El Espíritu quita de cada elegido su incrédulo corazón de piedra, endurecido y muerto en pecado, y lo reemplaza con un corazón creyente de carne, receptivo y vivo para Dios. El Espíritu implanta vida eterna dentro del alma espiritualmente muerta. Él concede a los hombres y mujeres elegidos los dones del arrepentimiento y la fe, lo que les permite creer que Jesucristo es el Señor.

La Gracia de Dios es dulce e irresistible. Él nos hace amarlo y no querer nada más. De repente, todas las cosas se vuelven nuevas. La nueva vida del Espíritu produce un nuevo amor por Dios. Nuevos deseos de obedecer la Palabra de Dios, una nueva búsqueda de la santidad. Hay una nueva dirección de vida, vivida con una renovada pasión por Dios.

Este llamado del Espíritu es efectivo, lo que significa que los elegidos ciertamente responderán cuando llegue el tiempo de hacerlo. Finalmente no se resistirán.

“...y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.” 1 Corintios 12:3

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