Deuteronomio 6:4-7
La iglesia del principio conocía esta importante declaración que Dios instruyó a Moisés, sin duda, por que Jesucristo mismo la cita declarando que es el más grande mandamiento (Mateo 22:38-40).
Pero algo que perdemos de vista, es que Dios es imperativo en el hecho de que esta oración, llamada “Shema” en hebreo, debía ser enseñada por los padres a los hijos de manera constante, desde la mañana hasta al anochecer, en tiempos de actividad o de descanso, es decir, la educación ocurre todo el tiempo.
Esto ha sido así por siglos, la responsabilidad de los padres de enseñar acerca de Dios y Su carácter en el hogar es prioritaria en el contexto de familias judías y lo fue también dentro de la iglesia durante los primeros siglos y luego durante la reforma poniendo sobre los padres el principio bíblico de la educación.
Sí las Escrituras nos enseñan que son los padres los que deben instruir a sus hijos acerca de Dios, también pueden ser los padres quienes tomen la mayor responsabilidad de educar a los hijos en las demás áreas de la vida, incluyendo la académica, por lo menos en los primeros años o niveles de formación. Así fue desde los tiempos antiguos y así ha sido en la historia de la iglesia.
La iglesia de hoy debe ser valiente y volver a este fundamento bíblico y atreverse a tomar la educación de su hijos desde lo más importante que es el amor a Dios y su palabra, y luego en las demás cosas, para no permitir que sea el mundo quien les imponga sus pensamientos. La iglesia de hoy podemos esforzarnos por cumplir con el gran mandamiento... comenzando con nuestros hijos.