Al igual que en el tiempo de Moisés, siempre ha existido un espíritu de faraón que quiere impedir que los hijos, que los niños, que los jóvenes, sean instruidos en el conocimiento de Dios.
La sociedad no está interesada en que nuestros hijos conozcan el evangelio, todo lo contrario. Sin duda la iglesia del principio pasó por estos dilemas de lucha contra la sociedad que pretende adoctrinar a la infancia y a la juventud contra Dios y su Palabra. Y la iglesia en toda su historia ha estado ante la misma batalla. Eso motivó a hombres de Dios a fomentar una educación de calidad en todas las áreas, tanto científicas, ideológicas y bíblicas, para que los jóvenes no fueran engañados con vanas filosofías (Colosenses 2:8).
Hoy faraón vuelve al ataque queriendo adoctrinar a nuestros hijos y una de las formas en que pretende hacerlo es quitando a los padres el derecho de educar a sus hijos en todos los temas, a travez del sistema educativo tradicional que el gobierno promueve. Van por nuestros hijos para alejarlos de lo que es correcto, honesto, honorable, santo y perfecto. La iglesia de hoy no puede permitirlo. La iglesia debe levantarse y decidir educar conforme a los valores bíblicos y también con todo el conocimiento lingüístico, matemático, científico, histórico que sea conforme a lo que consideramos será más efectivo para desarrollar el potencial, la creatividad y la visión de nuestros hijos para que estos sean hombres y mujeres productivos, emprendedores, pero también firmes en sus convicciones para adorar y servir a Dios sin importar la carrera u oficio que ejerzan. No para servir a faraón, al mundo y a la decadente sociedad en la que habitamos, sino adorar al único Dios verdadero.
Pero eso no va a suceder si continúan asimilando las doctrinas y las ideologías que en la escuela tradicional les imponen. Como Moisés en el desierto, necesitamos sacar a nuestros hijos de Egipto y llevarlos con nosotros para ser instruidos en todas las áreas. Y como la iglesia del principio tomar el compromiso de ser nosotros su mayor influencia para ayudarlos a crecer tanto en lo académico como en lo espiritual.
