En los años 60´s surgió un movimiento conocido entre, otras maneras, como "contracultura"; y fue encabezado por la generación de ese tiempo donde los jóvenes intentaban romper con las convenciones de su época en su manera de vestir, de hablar, de pensar y de ver la vida en general; hoy, despues de más de 50 años las consecuencias de aquella contracultura ha provocado una sociedad egoísta, soberbia, consumidora, inmoral, insolente y, lo mas grave de todo, alejada de Dios. Es urgente que se levante una generación una vez más contracultural, pero esta vez encabezada por jóvenes cristianos llenos de valores, de convicciones en aquello que es correcto, con carácter, dispuestos a ser señalados o rechazados por defender la verdad, en suma, llenos de Dios.
La iglesia primitiva destacó en su época por la disposición y atrevimiento de hombres jóvenes que aceptaron el reto de llevar el mensaje de la Cruz por todo el mundo sin importar las consecuencias, que no se amoldaron a las imposiciones de la moda, de la filosofía, de la política, del arte o de la comodidad que se les ofrecía.
Hoy, al igual que Pedro, Pablo, Esteban, Felipe, Apolos, Silas, Marcos, Lucas, Tito o Timoteo, han de levantarse jóvenes en las diferentes posiciones y lugares de la sociedad para hacer la diferencia no permitiendo que nadie les menosprecie por ser jóvenes atrevidos y llenos de seguridad en el Señor; jóvenes que protagonicen una contracultura pero no más enfundados en las drogas, el sexo libre y la anarquía, sino en Jesucristo y Su Palabra, defendiendo con su conducta la verdad y poder de la vida cristiana, en lo único que trae vida, gozo, paz y seguridad para esta vida y la venidera.
Jóvenes llenos de alegría que se atrevan a levantar la cara con firmeza y la voz sin vergüenza, para defender con su estilo de vida lo que es puro, agradable y perfecto.
