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28 Julio

Jan Huss: El Ganso de Bohemia

Written by  Paulo C. Chaparro

Jan Huss

El Ganso de Bohemia (1369 - 1415)

 

Jan huss

 

«Ama la verdad, vive la verdad, predica la verdad.

Porque el que no habla la verdad, traiciona la verdad»

–– Jan Huss

Jan Huss nació en el seno de una familia de campesinos en el año 1369 en Hussenitz, aldea del sur de Bohemia, hoy República Checa. Primero fue conocido como Jan de Hussenitz, debido a su ciudad natal, y después simplemente como Jan Huss.

Casa donde nacio HussSu padre falleció cuando Jan aun era un niño pequeño y su madre, tuvo que esforzarse mucho para su crianza. Desde su niñez, el pequeño Jan mostró mucho interés en la divinidad y un gran fervor religioso, cantó en el coro de la iglesia. Estaba apasionado por la lectura devocional de la Escrituras. En una ocasión, mientras leía la vida de San Lorenzo ( martir cristiano quemado vivo por el Papa Sixto II, el 10 de agosto del año 258 d.C.) acercó su mano al fuego de la chimenea para ver hasta donde sería capaz de soportar la llama por Cristo. Pareciera un tipo de anunciación temprana de cómo habría de glorificar a Dios con su vida. 

Huss predicando

A la edad de 10 años ingreso al monasterio en Praga, capital del país, en el cual se distinguió como un estudiante brillante y dedicado. Tiempo después y pese a las adversidades, logró ingresar a la Universidad de Praga. En 1393, Huss obtuvo su licenciatura en Artes y en 1396 la maestría. Debido a su desempeño como estudiante logró formar parte del profesorado de la Universidad y posteriormente a los 31 logró ser Rector de la misma. El jovén Jan poseía un carisma muy especial y atractivo, una mezcla de inteligencia, seriedad, irreverencia y osadia que lo hacia distinguirse de la personalidad promedio de los académicos. 
Por esa época fue nombrado predicador de la “Capilla de Belén” que fuera construida por dos laicos con el objetivo de la predicación la Palabra de Dios al pueblo en lengua común, ya no en Latín que solo los clérigos y la alta sociedad podían comprender. Para dicha labor, no pensaron en nadie más que en Huss.

Liberado por la Verdad

Algo decisivo para su vida fue encontrarse providencialmente con las enseñanzas de John Wycliffe, célebre predicador inglés, en las que reivindicaba apasionadamente a las Escrituras como la máxima autoridad de la iglesia, y denunciaba fuertemente la corrupción eclesiástica de la iglesia católica romana. Al principio estas enseñanzas lo descorcertaron y sacudieron su mente, más convencido por la Palabra de Dios se convirtó en un admirador y defensor de esta enseñanza. A tal grado que un historiador llegó a referirse a Huss como “El Bulldog de Wycliffe”. 

Cuando la luz del Espíritu irradio su corazón, Jan comenzó a predicar apasionadamente en esa misma dirección y con esto, ganó muchos detractores y el odio de los religiosos aunque elJohn Wycliffe  pueblo le recibia y admiraba. Y de la misma manera que Wycliffe sacudió Inglaterra, Huss comenzó a sacudir Bohemia.

Cuando las autoridades de la iglesia notaron que la luz de la doctrina reformista comenzaba a brillar más intensamente, mediante un decreto buscaron erradicar las enseñanzas de Wycliffe, reconociendo que estas eran un peligro para sus propios interéses. Sin embargo, esto sólo provocó una reacción totalmente contraria pues toda la Universidad de Praga se unió a Huss para propagar estas enseñanzas.

Como respuesta, le fue prohibida la predicación mas debido al apoyo popular, no fue suficiente pues la Capilla de Belén era propiedad privada, no de Roma. Esto encenció un chispa y pronto otros le seguirían, haciendo de la predicación callejera su estrategia, visitando diversos pueblos.

Entonces fue llamado a Roma, mas Huss se negó y, por ello, la excomunión no se hizo esperar. Esto provocó algunas reacciones: el rey le retiró su apoyo, expulsándolo de Praga para evitar problemas con el Vaticano, y hasta la misma ciudad fue estigmatizada y considerada bajo maldición por haberle apoyado. Debido a esto, muchos de sus seguidores le abandonaron, mas hubieron otros que le siguieron hasta el final. Muchos iban a escucharlo por curiosidad pues el “predicador hereje” había tomado mucha fama, y se maravillaban al ver que un hombre modesto, serio y piadoso fuera considerado como un demonio enemigo de Dios.

Desde su exilio, no cesaba de enviar cartas de amor y espiritualidad a su fieles feligreses en Praga. En una de estas escribió: “Sabed, queridos míos, que si me he separado de vosotros ha sido para seguir el precepto de nuestro Señor Jesucristo, para no dar a los malos ocasión de incurrir en una condenación eterna y para librar a los buenos de aflicciones […] Pero yo no os he abandonado para renegar de la verdad divina, por la cual, con la asistencia de Dios, deseo morir.” En esos días escribió numerosos libros con los que la verdad seguía expandiéndose.

El concilio de Constanza

Huss Concilio de ConstanzaEn octubre  de 1414, fue llamado a comparecer el Concilio de Constanza, Alemania (1414-1418) y esta ocasión accedió a asistir después de la supuesta garantía de un salvoconducto del rey Segismundo de Hungría. Aun así, como si algo intuyera, Huss dejó escrito su testamento antes de partir. Durante el viaje, las manifestaciones de aprecio de la gente de los pueblos eran inimaginables. Las personas se apiñaban en los caminos para expresarle sus afectos. Llegó a Constanza en el mes de noviembre en medio de una conmoción, Huss tuvo una entrada digna de un rey y no dejaba de asombrarse del trato que recibía. Al respecto dijo: “Pensaba yo que era un proscrito. Ahora veo que mis peores enemigos están en Bohemia.”

Al momento de su comparecencia fue tomado preso, negándole toda validez al salvo conducto real bajo el argumento de que un hereje no tenía derechos. Hasta ese momento Huss había esta alojado en la casa de una viuda donde se encontraba relativamente tranquilo y se dedicaba a la lectura y la oración.

A los pocos días y, debido a lo insalubre de su calabozo, cayó aquejado por una feroz fiebre. Jan de Chlum, noble amigo suyo, intentó ayudarlo ante el emperador más no tuvo éxito, las autoridades papales tenían más poder que las seculares. Al igual que su Señor, Huss sufrió la traición de uno de sus antiguos amigos al volverse uno de sus acusadores.

Experimentó toda clase de sufrimientos, privaciones y maltratos y durante esos días escribió a uno de sus amigos: “Es ahora cuando aprendo a repetir los acentos de los salmos, a orar, a contemplar los sufrimientos de Cristo. En medio de las tribulaciones comprendemos mejor la Palabra de Dios.” Entre tanto, los delegados del concilio intentaban afanosamente quebrantar su voluntad, obteniendo una retractación antes de que éste compareciera a declarar. Ellos temían que Huss hiciera uso de las Escrituras, tanto como las tinieblas temen a la luz. 

Luz en las tinieblas

Jan huss Preaching

Durante su encarcelamiento, aquella indignación que solía tener en el corazón ante la injusticia, se había convertido en dulzura y humildad. Mismas  que le valieron ganarse el aprecio y simpatía de sus carceleros, quienes acudían a él buscando instrucción y consejo. De hecho, fue por solicitud de ellos que escribió algunos tratados como: “Los diez mandamientos”, “La oración dominical”, “El matrimonio”, “Los tres enemigos del hombre” y “Del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor Jesucristo”. En las portadas de estos tratados puso los nombres de los carceleros a quienes eran dedicados.

Las palabras escritas por Huss en sus prisiones son un legado heroico y espiritual de la literatura y vida cristiana. En estas, invita a la permanencia y firmeza de las convicciones y a no buscar vengar su muerte, que ya consideraba inminente. En la Palabra de Dios halló su fortaleza y fiel consuelo, y el ejemplo de quienes habían sido fieles hasta la muerte le infundía aliento.

Escribió: “Hallo consuelo en estas palabras del Salvador: “Bienaventurados sois cuando os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mateo 5:11-12)

Ante los hombres

Después de nueve meses, fue llevado nuevamente ante el concilio y trayendo algunos de sus libros se le preguntó si los reconocía como suyos. Luego de examinarlos, dijo: “Míos son, y si alguno de vosotros me hace ver en ellos alguna proposición errónea, la rectificaré con la mejor voluntad.”

Se le pidió que declarara:

  • que había errado en las tesis que hasta ahora había mantenido;
  • que los renunciaba para el futuro;
  • que se retractaba de ellos; y
  • que declaraba lo contrario de estas oraciones.

Entonces comenzaron a acusarle de diversos cargos y cuando Huss intentó dar respuesta a sus acusaciones, todos comenzaron a levantar la voz tan estridente que le fue imposible hacerse oir. Después, intento citar el Evangelio pero nuevamente le interrumpieron con estridencia, entonces guardó silencio.

Monumento en Praga HussAnte esto, sus acusadores decían: “Ved como calla; claro es que ha enseñado estas herejías” a lo que él respondió: “Esperaba aquí otro recibimiento; creí que sería escuchado. No puedo dominar tanto ruido, pero si me escucharan, hablaría.”

Al día siguiente, dijo al emperador: “Excelentísimo príncipe: No he venido aquí con la intención de sostener nada tercamente. Si me enseñan cualquier cosa demostrándome ser mejor y más santa que lo que yo he enseñado, estoy pronto a retractarme.”

Mas como no hubo quien estuviera dispuesto a hacerlo, simplemente se dio por terminada la sesión.

En la tercer sesión, se presentaron 26 artículos contrarios al dogma de la iglesia catolica romana, de los cuales solo reconoció como autenticamente suyos 21 de ellos. El emperador lo amenazó con la hoguera, ante lo que Huss contesto: “me atengo a la sentencia de Jesucristo, el Juez Todopoderoso, quien no me juzgará por falsos testimonios.” Ni súplicas, ni seducciones, ni amenazas pudieron conmover al valiente testigo de Cristo. El Señor, en Su misericordia, hizo que a través de él la luz brillase en ese lugar, pero ellos no pudieron verla.

El veredicto

El 6 de julio de 1415 fue llevado por última vez al concilio, y al mantener su negación a retractarse de sus enseñanzas, a una se avalanzaron sobre él, le humillaron desnudándole de sus vestidos y le condenarón a morir quemado vivo en la hoguera ese mismo día. Después, con una navaja le cortaron las yemas de los dedos y sobre su cabeza colocaron una corona piramidal de papel en la que previamente habían pintado unos demonios espantosos con la inscripción: “El heresiarca”, es decir; el autor y propagador de herejías. Muy molestos, los prelados dijeron en latín: “Entregamos tu alma al diablo”. Mientras que Huss entregaba su vida a Cristo y agregaba: “Yo llevo con alegría esta corona de oprobio por amor del que por mí la llevó de espinas”. Con suma dignidad y valentía, marchó firmemente al suplicio, seguido de los príncipes, escoltado por 800 hombres armados y rodeado de la muchedumbre.

Al ver frente al palacio episcopal una pira donde ya ardían sus libros, Huss solo sonrió.

El ganso es sacrificado

Jan Hus at the StakeCuando hubo llegado al lugar dispuesto para su ejecuión, Huss se arrodilló y recitó de memoria algunos salmos. Entonces, una vez mas le insistieron en que se retractara de sus enseñanzas y escritos a lo que respondió: “No me siento culpable de ningún pecado mortal y, pronto a comparecer ante Dios, no compraré la absolución sacerdotal con un perjurio.”

Tuvo la intención de hablar al pueblo en Alemán, pues recordemos que se encontraba en Alemania,  mas no se le permitió. No tuvo más que orar alzando los ojos al cielo pidiendo perdón y compasión para sus ejecutores. Al orar, la corona de papel cayó de su cabeza mas los soldados volvieron a colocársela diciendo que debía arder junto a los demonios a quienes había servido.

Le pusieron una enorme cadena que estaba sujetada a una estaca en el piso. Al verse así, encadenado, dijo sonriente: “Mi Señor Jesús fue atado con una cadena más dura que ésta por mi causa, ¿por qué debería avergonzarme de ésta tan oxidada?”

Una vez más fue presionado para retractarse, dejando claro el temor que estos hombres de maldad tenían a la veracidad de sus dichos. Aun más de lo que deseaban destruir su persona, deseaban destruir sus enseñanzas, pero él respondió: “Mis discursos y mis escritos han sido hechos con el único fin de arrancar las almas de la tiranía del pecado. Por esto sellaré alegremente hoy con mi sangre la verdad que he enseñado, escrito y publicado y que está confirmada en la Ley divina y por los santos padres.” y al colocarle leña hasta el cuello, el duque de Baviera le insistió casi en ruego que se retractara, mas él replicó: "¡No!, nunca he predicado ninguna doctrina con malas tendencias, y lo que he enseñado con mis labios lo sellaré ahora con mi sangre."

Medalla conmemorativa 100 años HussDespués volteó a ver a sus verdugos y les dijo: “Hoy van a asar un “Ganso” (Huss, significa ganzo en lengua bohemia), pero dentro de un siglo vendrá un cisne al que ni podrán asar ni hervir”. Estas palabras resuenan hasta hoy como una voz profética que tuvo cumplimiento en Martín Lutero, quien después de 102 años clavaría sus 95 tesis en la Catedral de Wittenberg dando inicio a la inminente Gran Reforma, y en cuyo escudo de armas figuraba, ni mas ni menos que un Cisne.

Al ser encendida la hoguera del sufrimiento, Huss exclamó a gran voz: “Jesús, Hijo del Dios viviente, ten misericordia de mí.” Y cuando la pira ya ardía, una mujer se acercó a echar más leña al fuego. Ante lo cual Huss dijo en latín con compasión: “Santa sencillez”, frase que comunica la idea de una persona que en total ignorancia hace algo que le parece justo. Recordándonos así las palabras de Cristo en la Cruz: “Padre, perdónalos pues no saben lo que hacen” (Lucas 23:34)

Inmediatamente después, se puso a cantar el himno llamado: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mi” con una voz tan fuerte y tan alegre, que se escuchaba aun por encima de del crepitar de la leña y el fragor de la indigna multitud. Continuó cantando hasta que su voz fue extinguiéndose y de pronto se dejó de escuchar en esta Tierra. Era el hermoso “graznido” del ganso, no solo de Bohemia, sino el Ganso de Cristo. Un canto tan dulce e inspirador para la genuina fe cristiana que hasta hoy resuena en el corazón de la iglesia.

Sus cenizas fueron mezcladas con tierra del lugar y esparcidas en el Río Rhin como un último esfuerzo por arrancar de raíz todo rastro de su memoria y enseñanzas. Aunque este esfuerzo ha sido igual de inútil pues el legado bíblico y de vida que este gran y hermoso hombre dejó, no puede ser borrado ni por agua, tierra, viento, fuego o tiempo.


Nota: En el año 1999, el papa Juan Pablo II ofreció disculpas, reconociendo que fue un grave error la ejecución de este martir de la Verdad.

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