Las personas cuentan las cosas que les han causado admiración en su diario vivir, las recuerdan como un tesoro y las miran como algo sorprendente, aun cuando le ocurre a un familiar o persona cercana, reviven nuevamente ese evento como propio. Dios ha hecho incontables obras en tu vida, durante muchos años, las cuales son grandes y maravillosas.
Dios con el poder de Su voz de la nada creó TODO, cada día añadía el complemento perfecto, se tomaba un tiempo para admirar Su obra, probablemente sonreía y expresaba que era buena en gran manera, la separaba, le ponía límites, le indicaba Su propósito y seguía creando.
Existen obras que no pueden ser reproducidas, solo el autor es el único diseñador que tiene toda la capacidad y la autoridad para hacerlo, existen imitaciones de algunas creaciones, son copias, falsas, sin valor y sin reconocimiento. Dios te creó y no se equivocó contigo, además sabiendo que no podrías regresar por tus propias fuerzas a Su presencia se ofreció a sí mismo en un plan perfectamente diseñado entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para darte la obra más grande y maravillosa que podemos tener: la Salvación.
Él dio los lineamientos de: ¿cómo tenía que suceder?, ¿quién era el elegido y quién pagaría el precio?, ¿cuándo ocurriría?, ¿qué beneficios tendría?, y ¿cuándo la disfrutaríamos y la veríamos realmente?
Esto nos indica que ninguna obra humana nos podrá salvar, basta con la obra grandiosa y portentosa de Dios, no hay que añadir nada.
Cuando Jesús caminó en la Tierra muchos trataron de impresionarlo con las cosas hechas por manos de hombre, los discípulos le mostraron las obras majestuosas que había alrededor del templo, los religiosos le dijeron los años que tardaron en construir el templo, el cual era su orgullo, pero Jesús, expresó a Sus discípulos que una obra perfecta pronto tendría cumplimiento que le dieran solamente tres días y Él la levantaría.
Nuestro Señor Jesucristo cumplió Su propósito, pudo completar la obra que le fue asignada y nosotros debemos vivir celebrando su salvación, dándole importancia a las cosas eternas, mostrándole gozo y gratitud.
Reflexiona. ¿Qué es más importante para ti, tu vida o tu salvación?
