“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” Mateo 16:15-18
Hoy en día existen un sin fin de ideologías basadas en conceptos desarrollados por el hombre con respecto a quién es Jesús y quién es la iglesia. Y en este sentido no hay nadie mejor que Dios para decir quién es la iglesia y sobre todo quien es Él. Es por eso que no podemos perder de vista cuales son las dos verdades que le dan identidad a la Iglesia y que están perfectamente reflejadas en lo que Jesucristo hace mención en el evangelio de Mateo.
Primera, Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente y sabemos que esto da base a nuestra Salvación, el arrepentimiento de nuestros pecados y hasta el regreso de nuestro Señor. Y la segunda, que sobre esta roca es edificada la iglesia tal verdad no puede ser ignorada o subestimada, pues en esta estamos cimentados y somos constituidos conciudadanos de la familia de Dios (Efesios 2:19-22). Esto no de nosotros, sino de Aquel que le dio vida la Iglesia (Efesios 2:1-10).
Es por esto, que los verdaderos creyentes son hechos de una nueva naturaleza viva y unida a Cristo, como dijo Carlos Spurgeon:
“Estamos tan cerca de Cristo, que no podríamos estar más cerca, pues somos uno con Él. Somos tan amados por Cristo que ya no podemos ser amados más. Consideren cuán cercano y tierno es el vínculo cuando es cierto que Cristo nos amó y se entregó por nosotros. Es una unión más íntima que cualquier otra que pudiera existir entre los hombres”.
Esta unión que Cristo nos ha otorgado mediante Su justificación no es para un propósito simple en la Tierra, sino que por la guianza de su Santo Espíritu somos llamados a lo que se nos enseña en 1ª Corintios 1:1-2:
La unión que tenemos con Dios es mucho más grande que lo que cualquier pensamiento humano pudiera pensar, en esta, se considera a los suyos como “…los santificados en Cristo Jesús llamados a ser santos…” haciendo de la Iglesia de Cristo un ser único, vivo y esencial, dotada de incomparables dones, plantada con una semilla viva, capaz de dar el fruto más hermoso, vestida de una armadura impenetrable, rodeada y cercada por el Pastor de Pastores.
- Somos Iglesia amada de Dios
- Somos Iglesia, una ciudad de luz que no se puede esconder
- Somos Iglesia pues nuestro Salvador nos ha hecho sal
- Somos Iglesia siempre perseguida, más victoriosa hasta el final
- Somos Iglesia unificada en Cristo
- Somos Iglesia que va predicando el Evangelio
- Somos Iglesia y Jesucristo es nuestro Señor
