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23 Febrero

Revelación progresiva de Cristo en el Antiguo Testamento

Written by  Flor Jiménez

"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado,

y el principado sobre su hombro; 

y se llamará su nombre Admirable, Consejero, 

Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” Isaías 9:6"

Introducción

¿De qué forma se muestra Cristo en la redención del hombre en el Antiguo Testamento? Para responder esta pregunta, expondremos a grandes saltos, la historia del pueblo de Dios, desde la creación de Adán y Eva, las reincidentes caídas del hombre a causa del pecado que comenzó en el Edén y trajeron como consecuencia su separación del creador; en paralelo se aprecia el amor y la misericordia de Dios quien siempre ha preservado a hombres y mujeres fieles a sus promesas y los envía como mensajeros para anunciar que Él, el Todopoderoso,  ha provisto redención en favor de Sus escogidos, con un Mediador implícito a veces y explícito en otras, por todo el Antiguo Testamento: Cristo. 

Para llevar un orden lógico, en este documento se tomará la secuencia de los libros como se ordenan en las Sagradas Escrituras y se citarán algunos casos de personajes ejemplares, de modo que, será como construir grandes peldaños de una escalinata ascendente que mostrarán cómo en el Antiguo Testamento. se revela, a veces a grandes rasgos y en otras con minuciosos detalles, nuestro Señor Jesucristo, quien está en la cúspide de la escalera como Rey de reyes y Señor de señores, porque “Dios reina en las alturas”.

 

Antecedentes

Se da por sentado que la Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento, forman una unidad perfecta y un mensaje unificado, en donde se dosifica el plan de redención para el hombre, a través del Ungido, el Mesías; aquel que redime del pecado a quien le place, con el fin de hacer al hombre libre y propiciar una nueva relación de amistad entre Dios y Sus hijos.

El Antiguo Testamento (A.T.) constituye la primera parte de la Biblia cristiana protestante y está compuesto por 39 libros.  Esta sección de la Biblia posee gran nivel de autoridad, tan es así que nuestro Señor Jesucristo se refirió a Moisés y los profetas en el Nuevo Testamento (Lucas 24:27). A su vez, en el A.T. se hace una narrativa histórica que parte del tiempo en que Dios creó el universo e hizo al hombre a Su imagen y semejanza; al principio, Adán y Eva eran perfectos y sin mancha, pero, en su desobediencia, pecaron contra Dios. 

Desde entonces, como se observa en este conjunto de libros, el ser humano no logra resistir al pecado. Gran cantidad de versículos de forma directa o figurada perfilan la trayectoria del pueblo judío, escogido por Dios y siempre bendecido por la providencia y la misericordia divina, pero solo se encuentran contados casos de personas fieles a Dios como Noé, Abraham, Moisés, David o Isaías y otros profetas; en contraposición con un gran número de hombres y mujeres resistentes a la voluntad divina y altamente pecaminosos, como aquellos que quisieron competir contra Dios y llegar al cielo, y por eso decidieron construir la torre de Babel (Génesis 11:4),  ya que deseaban hacerse un nombre. 

 

Cristo desde el libro de Génesis

En la versión griega de la Septuaginta (Biblia tomada de la versión hebrea de los siglos III y II a.C.) se menciona al que es ungido con aceite, como ritual religioso con el cual se nombraba a los reyes de Israel. La palabra Cristo, viene de "Cristhus" voz testimoniada por primera vez en latín a inicios del s. II d.C. en la obra respectiva del historiador Tácito y de Plinio "el joven” la misma referencia indica que Cristhus equivale al latín unctus que significa ungido o untado. En este escrito se hablará de Cristo como el ungido de Dios, al recuperar la cita de Mateo 3:17 en donde el Padre reconoce a Jesús como el Hijo de Dios cuando el Espíritu Santo vino sobre Él al bautizarse en el río Jordán; lo cual marcaría el inicio del ministerio de Jesús en la Tierra. La importancia de revisar el libro de Génesis es porque en este se presenta “La idea de Dios como Salvador, que proporciona esperanza a través de Su gracia, y se convierte en una de las grandes doctrinas del Génesis y de toda la Palabra de Dios”

Aunque el Hijo de Dios o el Cristo no se menciona exactamente bajo esa denominación, en el A.T. se puede ver, que en el libro de Génesis, ya existe una sombra del primer evangelio que anuncia la promesa de un redentor, porque después del pecado original de Adán y Eva que los llevó a la muerte espiritual y a la pérdida de compañerismo con Dios, Dios tuvo misericordia de los primeros padres “El pecado no terminó con el amor de Dios” y Él en Su soberanía prometió que vendría al rescate del hombre, es decir, a redimirlo. 

De conformidad con el Diccionario Bíblico Certeza, redención es la “liberación de algún mal mediante el pago de un precio…podemos considerar que la muerte de Cristo fue ‘un rescate por muchos” esta redención del hombre pecador se puede entender como el rescate de la muerte espiritual originada por el pecado del Edén pero revertida con el pago realizado por medio de la muerte de Cristo en la cruz.

Cuando leemos en Génesis 3:15 el relato histórico del que se conoce como el primer evangelio o proto evangelio (porque trae buenas nuevas o buenas noticias) se observa la enemistad que Dios puso entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente “la serpiente herirá (aplastará) el calcañar de la simiente de la mujer, y dicha simiente herirá (aplastará) su cabeza.”  Esto hace alusión al sufrimiento de la simiente de la mujer, (Jesucristo), pero también al “triunfo final sobre la serpiente (la cabeza aplastada sugiere la idea de un golpe fatal)”. El animal es figura de Satanás, mientras que la mujer es antecesora de Cristo o de los creyentes y denota la esperanzadora promesa de que “la simiente malvada no podrá derrotar a la simiente de Dios” . Entonces, el versículo 15 de Génesis 3, deja ver que el redentor sería un hombre y él iba a ser herido en el calcañar, lo cual significa golpear o morder, pero este humano causará una herida en la cabeza de la serpiente; y esto es algo así como aplastar; “por eso la cruz fue el golpe mortal de Cristo contra Satanás”. 

Además, el proto evangelio también se entiende como la primera promesa evangélica, con la cual “Dios ha revelado progresivamente Su voluntad salvadora, culminando con la venida de Jesucristo al mundo”. Dios, en Su soberanía y omnisciencia quiso dosificar el plan de salvación para el hombre y lo hizo a través del relato bíblico de los primeros hombres a los que inspiró Su Palabra, como fue el caso de Moisés, a quien se le atribuye la autoría del libro de Génesis y los otros cuatro libros del Pentateuco.

 

Redención para Abraham y su descendencia 

En el A.T. encontramos que Dios llamó a Abraham, hijo de Taré, de la genealogía de Noé, de la línea de Sem. Abraham vivió aproximadamente del siglo XIX a.C. es considerado patriarca hebreo era originario de Ur de los caldeos, quienes servían a Dioses ajenos. Pero, Dios sacó a Abraham de la idolatría y le prometió una gran descendencia (Génesis 12:1-3); a pesar de que Abraham pecó por no esperar con su esposa Sara al hijo de la promesa y prefirió anticiparse y engendrar a Ismael con su sierva Agar (Génesis 16:4). 

Sin embargo, pese a la desobediencia de Abraham, Dios se mantuvo fiel a la promesa de una descendencia abrahámica a la que daría la tierra desde Egipto hasta el rio Éufrates (Génesis 15:19) y lo comenzó a cumplir desde el momento en que Sara engendró a Isaac. Después, contradictoriamente, Dios le pide a Abraham que le sacrifique a su hijo Isaac; porque Dios quería probar la obediencia y la fe de este hombre, quien creyó que Dios tendría una alternativa en relación con el sacrificio de Isaac; y así fue, porque de pronto, Abraham vio cerca del altar del sacrificio, a un cordero dispuesto (Génesis 16:4).

Más adelante, en Génesis 17:7 Dios hace un pacto con Abraham donde le promete que Él será el Dios suyo y de su descendencia de forma perpetua, de este modo se vislumbra que el redentor vendrá de Isaac. Después, en Génesis 49 complementa lo prometido: que el cetro no se apartará de Judá (los antecesores de Judá son Jacob, Isaac, Sem y Noé), lo cual refiere que de esa misma genealogía vendría alguien con autoridad, quien reinará eternamente.

El caso de Abraham ilustra cómo Dios llama a hombres pecadores, para preservarlos, probarlos y redimirlos, porque Dios es fiel, a pesar del pecado del hombre. Dios se agradó del fiel comportamiento de Abraham porque se dispuso a obedecer cuando iba a sacrificar a Isaac, a tal grado que, en la carta a los Hebreos, el patriarca es reconocido por su fe. Finalmente, la promesa hecha por Jehová, de darle a Abraham una simiente, se cumplió en Jesucristo, quien se convirtió en la última simiente de la promesa ofrecida a Abraham. Aquí se comprueba que Dios jamás perdió de vista el linaje de la simiente que determinó en Génesis 3:15, porque Él es el soberano y elige a quien le place “Dios es quien hace la distinción, escogiendo. La salvación se basa en las promesas de Dios, y de acuerdo con Su voluntad”. También notamos que el ser humano no participa en las decisiones de la escogencia divina.

 

Moisés, la Ley y los sacrificios señalan a Cristo

Moisés, el gran profeta hebreo, de quien se calcula vivió en el siglo XIII a.d.C., recibió los Diez Mandamientos (Éxodo 20) en el monte Sinaí, con la finalidad de que el pueblo escogido por Dios tuviera un marco legal de referencia y fuera obediente a la Ley, “los Diez Mandamientos son dados en un contexto en el que se expresan las metas que tiene Dios para su pueblo y según el agrado de Su voluntad”. Es muy importante destacar que Dios eligió a Moisés para cumplir esta difícil misión (recibir de Dios la Ley y trasladarla al pueblo). Con la ley mosaica, Dios dejó Su Palabra escrita, no solo para que la gente conociera la voluntad santa del Creador, sino para que evitara transgredirla. “La Palabra escrita es el Verbo encarnado, la revelación viva de Dios, que vino a nosotros como el hombre” Estas regulaciones recordarían constantemente al pueblo de Israel que eran pecadores y esto los conduciría, poco a poco a un redentor. Porque el ser humano tiene una naturaleza caída, heredada de los primeros padres, y es incapaz de evitar o saldar su pecado por cuenta propia, por eso no hay ninguno que sea justo (Romanos 3:10-12). El pecador necesita que alguien justo lo salve.

Entonces, por la constante desobediencia de la ley judaica completada en todo el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y en el afán de agradar a Dios de forma indirecta, en Israel se estableció un sistema sacrificial que buscaba borrar el pecado a través de ofrendas y sacrificios por parte de los sacerdotes y en favor del pueblo (Levítico 1 al 5). El propósito de las ofrendas era diverso, en la mayoría de los casos, se trataba de comprometerse con Dios y solicitar el perdón de los pecados. Pero las ofrendas y sacrificios nunca fueron suficientes (Hebreos 10:11); era necesario que viniera alguien superior a un ave, un cuadrúpedo, unos granos, el aceite, la masa de harina o el incienso aromático; ese papel estaba preparado para el Cordero de Dios, la ofrenda perfecta. 

Era necesario un cordero sin mancha que lograra rescatar a la humanidad perdida, alguien santo que quitara el pecado de una vez y para siempre (Juan 1:29). En el Capítulo 19 de Éxodo, se encuentra el relato de cómo, en Israel se estableció este sistema de leyes que dejaran ver al pueblo la autoridad de Dios. El sistema sacrificial “fue el medio que usó el Antiguo Testamento para humillar al pueblo de Dios y enseñarle a confiar en Él. Además de todo eso, el sistema señalaba la necesidad de un salvador que pudiera rescatarlos del pecado” Pero, con todo, los sacrificios y holocaustos, aunque anunciaban desde entonces el futuro sacrificio de Cristo, no cumplían su propósito, porque el ser humano fallaba frecuentemente en glorificar a Dios y la depravación iba en aumento, como lo vemos en el libro de Jueces en donde dice que cada uno hacía lo que bien le parecía (Jueces 17:6). 

 

La elección de David remite a Cristo

David, vivió aproximadamente del año 1040 a 970 a.C., descendiente de la tribu de Judá. Cuando David era un simple pastor de ovejas, tal vez nunca imaginó que llegaría a ser ungido como el segundo rey de Israel. El A.T. dice el salmista “Eligió a David Su siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; de tras las paridas lo trajo, para que apacentase a Jacob Su pueblo, y a Israel Su heredad” (Salmo 78:70-71). Esta es otra prueba fehaciente de que, cuando Dios elige a alguien, no importa cuál sea el origen o la posición del elegido, porque Dios cumple Su propósito perfecto en la vida de esa persona; quizá una gran cualidad de David era su corazón conforme al de Dios; por eso Samuel, aunque pudo elegir a alguno de los hijos de Isaí, supo de parte de Dios a quién escogería, porque hay “diferencia entre la manera humana de escoger y la divina.  El hombre mira la apariencia externa, pero Dios mira el corazón”.

Pese a que David cometió, al menos dos grandes pecados, el adulterio con Betsabé y el asesinato de Urías, marido de ella, David tenía otra valiosa característica: Mantenía relación íntima con Dios; reconocía que debía “confesarle a Él sus pecados. También sabía que como hijo de Dios no podía cubrir su pecado o desconocerlo sino solamente traerlo a la luz, Dios lo perdonó y sostuvo Su promesa” . Porque, el haber seleccionado a David era parte de un plan mucho más amplio y profundo, ya que el Señor le prometió al rey David que bendeciría su casa para que permaneciera perpetuamente su descendencia delante de Él (2 Samuel 7:29). Y, al revisar la genealogía de Jesús, bien sabemos que tanto José como María provienen de la simiente davídica (Mateo 1). Con esto, Dios cumplió Su promesa de que el trono de David sería estable por siempre, como lo es Jesucristo quien reinará eternamente a la diestra del Padre. Por tanto, David fue electo para preservar la simiente divina, perdonado de su maldad y con esto, hacer posible el plan de salvación a través de Jesús.

 

Jesucristo anunciado por los Profetas

Si bien, en todo el Antiguo Testamento se perciben pequeñas luces que anticipan la llegada de un redentor; en los profetas el tema fundamental es la salvación y el juicio de Dios; definitivamente se predice al salvador. Abraham y Moisés se pueden considerar profetas, porque transmitían Palabra de Dios al pueblo, pero también hubo otros personajes denominados profetas. “El profeta se presentaba ante los hombres como aquel que había estado antes en la presencia de Dios”  El profeta habla de parte de Dios, esto significa que “Dios habló a través de los profetas, para que sus palabras fueran sus palabras”

En donde se ve con mayor claridad y no queda la menor duda que está anunciada la venida de Jesucristo, es en el libro de Isaías. Este libro se escribió entre el año 740 y 681 a.d.C. Isaías, como todos los profetas, buscaba limpieza de parte de Dios, porque reconocía su condición pecaminosa y por eso Dios le hablaba. El profeta, en el Capítulo 7 de su libro, describe de forma precisa y completa a Jesús, desde Su nacimiento “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”(Isaías 7:14), recordemos que Emanuel, de acuerdo con el Nuevo Testamento “traducido es Dios con nosotros” y también refiere el sacrificio en la cruz, como resultado de su gran acto redentor.” (Mateo 1:23). 

Más adelante, Isaías 8:14 refiere a un siervo sufrido que vendría a poner una piedra de tropiezo a Israel. Isaías 9:6 también es muy claro al anunciar al niño que nacería y sería llamado “Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” y todos estos adjetivos apuntan a Jesucristo el poderoso Hijo de Dios, descrito posteriormente en el Nuevo Testamento. Además, en Isaías se confirma a este siervo como aquel que limpia de pecado “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25). Toda esta porción bíblica nos remite al sacrificio por el pecado que se realizaba, de acuerdo con Levítico 5, pero ahora con un cordero diferente, un cordero hecho hombre que murió por Sus elegidos. Se trataba del siervo sufriente, como lo dice la Biblia “Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Isaías 49:6). Aquí señala con claridad que el siervo sería la salvación para futuros humanos en la Tierra. Además, en Isaías 50:6 se pone de forma más gráfica el tipo de agresiones que recibió Jesús para convertirlo en el siervo que sufre e incluso se menciona el número de azotes que Jesús soportó rumbo a su sacrificio final.

Isaías, continúa hablando del siervo que sufre por nosotros, en especial en su Capítulo 53, refiere a detalle el proceso del juicio y la muerte de Jesús. Como leímos también en la crónica del Nuevo Testamento, en efecto, Cristo fue despreciado, desechado, menospreciado, sufrió grandes dolores, fue azotado y todo esto lo hizo por los pecados de sus escogidos; porque el Hijo de Dios, llevó sobre sí el pecado de todos. Y, en efecto, como cordero fue llevado al matadero (Isaías 53:3-7). Este siervo que experimentó todo tipo de dolor y dio Su vida para salvarnos, concretaría el plan perfecto de Dios, lo cual se describe en el N.T. donde se hacen realidad las profecías.

Sin embargo, Isaías no es el único que profetiza lo que ocurriría durante la muerte de Jesús. Zacarías 12:10 dice que Dios sería traspasado y que Israel lloraría como quien llora por el Hijo unigénito, lo cual en efecto aconteció cuando Jesús fue perforado con una lanza. También el libro de Miqueas narra sobre el anunció cumplido que de Belén saldría el Señor en Israel (Miqueas 5:2). Entonces, son muchas las señales de alerta que anuncian al salvador que habría de venir. En el Nuevo Testamento se corrobora que Cristo es el libertador que rescata del pecado y de la muerte, el redentor que sufrió por amor a sus escogidos.

 

El ungido como profeta, sacerdote y rey

Cristo es el ungido, pero también es el mesías “La idea de mesías tiene que ver con unción, apartamiento para un propósito” Jesús es el Mesías, el apartado para salvar a Su pueblo del pecado; el salvador debía ser un cordero sin mancha, como Jesús, Él no tuvo pecado. En el bautismo en el río Jordán, Jesús fue ungido como profeta, sacerdote y rey. 

Al ser ungido como profeta, fue apartado para recibir y declarar la Palabra de Dios y lo hace de forma perfecta, porque Él recibe directamente la voz de Dios y la expresa de forma idónea; y por eso, al fungir como profeta, Él se anunció a sí mismo delante del pueblo. Jesús no es visto como un profeta común, Él es el Hijo de Dios “a quien no se da el Espíritu por medida y en cuyo ministerio de enseñanza se combinan perfectamente los ministerios de profeta y maestro y en quien se alcanza el punto máximo de la revelación profética”. Jesucristo desempeña a perfección la función de profeta, y como responde el Catecismo Menor de Westminster “Cristo realiza el oficio de Profeta al revelarnos, por su palabra y Espíritu, la voluntad de Dios para nuestra salvación”

También, Jesús obró como Sacerdote, así se estilaba en el A.T. y no tuvo que hacer sacrificio por sí mismo, pero lo hizo por Sus hijos. Él se convirtió en el sacrificio expiatorio por el pecado. En el libro de los Salmos se señala de manera contundente que Él es el sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec (Salmos 110:4). Recordemos que a Melquisedec “dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz” (Hebreos 7:2). Como sacerdote, fue apartado para ser mediador entre Dios y el pueblo, como vemos en el caso de Aarón en Éxodo 29. Pero, la Biblia refiere al máximo y absoluto sacerdote “El escritor de Hebreos dice en 7:11 ss que el gran sacerdocio pertenece a Jesucristo, el sacerdote perfecto que habría de ofrecer el sacrificio perfecto, esto es, a Sí mismo, por nuestros pecados”. Cristo es el mejor sacerdote de todos los que desfilan en el A.T. Porque, como señala el Catecismo Menor de Westminster “Cristo realiza el oficio de Sacerdote al ofrecerse una sola vez como sacrificio para satisfacer la justicia divina, y reconciliarnos con Dios, y al hacer continua intercesión por nosotros.”

Ungido como rey, fue apartado para gobernar y tener dominio, como lo hace y lo hará eternamente en Su papel de Rey de reyes. Jesucristo, al ser Hijo de Dios gobierna y lo hará por los siglos de los siglos. Actualmente reina a la diestra del Padre. Además, como indica el Catecismo Menor de Westminster “Cristo realiza el oficio de Rey al someternos a Él mismo, rigiéndonos y defendiéndonos, y refrenando y venciendo a todos los enemigos, Suyos y nuestros.”

Todos los profetas, sacerdotes y reyes del A.T. fallaron de diferentes formas, no hubo ninguno sin pecado. Ejemplo: el profeta Moisés que se airó, no le creyó a Dios y por eso no entró a la tierra prometida; el sacerdote Aarón que, como los demás, debía llevar al pueblo a la presencia de Dios, falló y los condujo a la idolatría; el rey David que adulteró y mandó asesinar a su soldado Urías; o su hijo, el rey Salomón que cometió pecado de idolatría “Desde el punto de vista de Dios, no hubo nunca un solo rey bueno en Israel”. A pesar de todo, las fallas y pecados de los profetas, sacerdotes y reyes del A.T. muestran la necesidad de un profeta, sacerdote y rey perfecto. “Jesús es el cumplimiento del Antiguo Testamento” es el personaje ideal para cubrir todas estas funciones y redimir nuestro pecado.

 

Conclusiones

Al comenzar este artículo buscamos responder a la pregunta ¿De qué forma se muestra Cristo en la redención del hombre en el Antiguo Testamento? Y vimos que es paulatinamente, a través de distintos personajes elegidos por Dios, que nada hicieron para merecer que los seleccionaran, pero recibieron revelación progresiva para dejarnos la Palabra de Dios escrita y anunciar gradualmente, de manera más clara la venida de Cristo. La narración bíblica recupera los hechos de personas imperfectas, pero con algunos atributos agradables a Dios: Obedientes como Noé, con una gran fe como Abraham, con un corazón como el de Dios, que tuvo el rey David o los escogidos para profetizar la voz directa de Dios. Todos los escritores del A.T. que refieren a Cristo lo anticipan de forma simbólica o absolutamente literal, como aquel que vendría a redimir al pueblo escogido. Sin embargo, hay dos secciones claves en la Biblia que denotan abiertamente el advenimiento del Salvador. Es Génesis 3 e Isaías 53. Nos refieren que la salvación vendría a través de un ser sufriente pero poderoso, que acabaría con Satanás y daría su vida por los suyos. 

En este escrito se hizo una revisión no exhaustiva del A.T., para encontrarnos con el presagio de la venida del redentor, y corroborar que en efecto en esta sección de la Biblia se habla del Hijo de Dios, hecho hombre, el que terminaría con el sistema sacrificial que no borraba de forma permanente el pecado como Cristo lo hizo con Su muerte en la cruz. 

Para cerrar, considero que el conocimiento profundo del A.T. debería provocar en sus seguidores, Sus hijos escogidos solo por Su santa y perfecta voluntad sin la mínima participación humana, al menos las siguientes actitudes:

Amor por el A.T. que presenta el plan perfecto de Dios y nos lleva a comprender de forma más precisa el Nuevo Testamento. 

Atender a la relevancia del A.T. porque en esta parte de la Biblia, Dios nos muestra el propósito de la redención de Dios, no como un acto improvisado, sino como un plan que comenzó antes de la fundación del mundo, y se ve de manera más concreta a partir del libro de Génesis.

Considerar de gran valor el relato histórico del A.T. como una narrativa de hechos que realmente acontecieron, para generar destellos de la venida del salvador del Nuevo Testamento.

Estudiar la forma de interpretar las figuras, las sombras, los tipos y las representaciones soslayadas en el A.T. y mostradas a aquellos que aman a Dios y la segunda venida de Cristo.

Comprometerse en revisar el contenido del A.T. que trae mensajes importantes para las vidas de los hijos de Dios.

Alertarse y velar en todo tiempo, después de analizar a profundidad el A.T., porque en él se muestra como todo el tiempo Satanás se ha empeñado en dañar el plan de Dios para Sus escogidos.

Incrementar la fe en la inerrancia de las Sagradas Escrituras, porque desde el A.T. vemos que la Palabra de Dios es digna de confianza por el cumplimiento de todo lo que Dios prometió.

Perseverar hasta el final de nuestros días, porque el plan completo de Dios no termina con nuestra presencia en la Tierra; Cristo proseguirá con el plan hasta que todo lo que prometió en el A.T. y en el N.T. sea cumplido.

Guardarse en santidad y amor hacia Dios, por Su grandeza, Su majestad y Su fidelidad.

Leer la Biblia en busca de Cristo y su plan de salvación para su pueblo escogido, para amar más al redentor.

De este modo, podremos corroborar que Dios se agradará del pueblo santo de Dios, un pueblo amoroso, preparado, agradecido y digno de su redentor, como Él se lo propuso desde antes de la fundación del mundo. 


Bibliografía

Barret, Chuck. Curso Introducción al Antiguo Testamento. Vídeo 2. (Conferencia en Seminario Reformado Latinoamericano, 6 de junio de 2017) Acceso el 1 de noviembre de 2021. https://www.youtube.com/watch?v=h_FvvyBKgbU

Barret, Chuck. Curso Introducción al Antiguo Testamento. Vídeo 3. (Conferencia en Seminario Reformado Latinoamericano, 6 de junio de 2017) Acceso el 1 de noviembre de 2021. https://www.youtube.com/watch?v=gCW9NUoZdMA

Barret, Chuck. Curso Introducción al Antiguo Testamento. Vídeo 4. (Conferencia en Seminario Reformado Latinoamericano, 6 de junio de 2017) Acceso el 2 de noviembre de 2021. https://www.youtube.com/watch?v=bVDUvtaXUSI

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Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Barcelona: Certeza Unida, 2003.

Scott, Jack B. El plan de Dios en el Antiguo Testamento. Miami, FL: Unilit, 2002.


[1] Diccionario Etimológico Castellano en Línea- de Chile. (2021)

[2] Diccionario Etimológico Castellano en Línea- de Chile. (2021)

[3] Jack B., Scott, El Plan de Dios en el Antiguo Testamento (Miami, Florida: Editorial Unilit, 2002), 10.

[4] Chuck Barret, Curso Introducción al Antiguo Testamento (Seminario Reformado Latinoamericano, 6 de junio de 2017), Vídeo 3

[5] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. (Barcelona: Ediciones Certeza Unida, 2003).

[6] Scott 2002, 36

[7] Barret 2017, Vídeo 3

[8] Barret 2017, Vídeo 4

[9] Barret 2017, Vídeo 3

[10] Joel R. Beeke y Paul M. Smalley, Teología Sistemática Reformada. Tomo I, (Salem, Oregon: Kerigma, 2019), 219

[11] Diccionario Enciclopédico Santillana (Madrid: Santillana, 1992).

[12] Barret 2017, Video 4

[13] Scott 2003, 69

[14] Tomás Fernández y Elena Tamaro. Biografia de Moisés. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. (Barcelona, 2004). Acceso el 3 de diciembre de 2021. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/moises.htm

[15] Scott 2003, 92

[16] Beeke y Smalley, 2019, 295

[17] Scott 2002, 13

[18] Tomás Fernández y Elena Tamaro. Biografia deDavid. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. (Barcelona, 2004). Acceso el 3 de diciembre de 2021. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/david.htm

[19] Scott 2002, 173

[20] Scott 2002, 182

[21] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. (Barcelona, Ediciones Certeza Unida, 2003).

[22] Beeke y Smalley 2019, 265

[23] Got Questions Ministries. Acceso el 27 de noviembre de 2021. https://www.gotquestions.org/Espanol/Libro-de-Isaias.html

[24] Barret 2017, Vídeo 2

[25] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, 2003

[26] Catecismo Menor de Westminster, 1647, Pregunta 24

[27] Scott 2003, 163

[28] Catecismo Menor de Westminster, 1647, Pregunta 25

[29] Barret 2017, Vídeo 2

[30] Catecismo Menor de Westminster, 1647, Pregunta 26

[31] Scott 2003, 200

[32] Barret 2017, Video 2

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