“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”
– Romanos 3:28
John Wesley nació el 28 de junio de 1703 en Lincolnshire, Inglaterra. Bajo la influencia de sus padres, aprendió en el hogar a amar la Biblia y el libro de oración; valoró la enseñanza de la iglesia y la disciplina de la vida cristiana. Estudió en la Universidad de Oxford, donde aprendió a leer el Nuervo Testamento en griego, literatura clásica y moderna, historia, teología y ciencias.
Para 1733, casi a los 30 años, John Wesley había realizado grandes avances: había egresado de la universidad de Oxford como Ministro y Teólogo; se había integrado como Pastor a la iglesia anglicana, bajo las órdenes de su padre, quien apoyaba la teología Arminiana. Previamente, en Oxford, había fundado el Club Santo, integrado por 25 compañeros de estudio, que se levantaban muy temprano para hacer sus devocionales de tres horas, ayunaban dos veces por semana, visitaban a los presos una vez por semana, ayudaban a los necesitados, evangelizaban a sus compañeros de escuela y llevaban un diario para analizar sí habían cometido pecados durante el día, prometiendo no repetirlos.
La teología de John Wesley. Wesley fue un “teólogo práctico”, ya que no escribió una “teología sistemática” a la manera de Juan Calvino. Sus trabajos eran más bien prácticos, los cuales quedaron reflejados en sus sermones, diarios y cartas, con temas como el pecado, la gracia precedente, la justificación por la fe, el nuevo nacimiento, la seguridad de la salvación, la santidad de corazón y vida, haciendo énfasis en la necesidad de llevar una vida santa y disciplinada. Él señalaba que la raíz de la fe siempre proviene de la razón, “por lo cual toda religión irracional es religión falsa”. Su prédica impresionó a sus oyentes; pero muchos se incomodaban porque Wesley era demasiado metódico, estricto y rígido. Wesley había hecho ya su profesión de fe en Cristo, pero sentía que no estaba consagrado de lleno al Señor. Leía la historia de la conversión de Pablo, y oraba pidiendo obtener él también una luz deslumbrante y una creencia segura de haber sido aceptado como un siervo de Cristo, su Salvador.
La influencia Morava. En 1735 viajó a América, a una colonia en Georgia para evangelizar a los ingleses y a los nativos de aquellos lugares. Durante su viaje por mar conoció a los Moravos, quienes practicaban la doctrina luterana de la “Sola Fide”. Wesley quedó muy impresionado por la admirable obediencia, calma y fe de los Moravos, constituidos por hombres, mujeres y niños, quienes cantaban, oraban y leían la Biblia con gran fervor al registrarse una fuerte tormenta de más de cuatro horas, haciendo que el barco casi naufragara. Esta experiencia llevó a Wesley a pensar que los Moravos poseían una fuerza interior que él no tenía. Al llegar a su destino, Wesley le preguntó al líder de ese grupo quiénes eran, y él le contestó que se denominaban Moravos, cristianos apartados de la iglesia luterana debido a que sus líderes no cumplían con los lineamientos de la Biblia. Wesley quedó impactado con dos preguntas que este líder le hizo: ¿Crees en Jesucristo? Él le contestó: Si, Él es el Salvador del mundo; pero la segunda pregunta, ¿Eres salvo?, lo cimbró y dejo reflexionando por varias semanas, hasta llegar a la conclusión de que todo su recorrido cristiano se había enfocado en la realización de obras, las cuales no tenían el respaldo de haber nacido de nuevo ni de ser realmente salvo.
Fue en esta débil condición espiritual que él tuvo su experiencia de “Corazón Ardiente” en la Iglesia de los Moravos en Londres, el 24 de mayo de 1738, cuando fue leída una porción del Prefacio de Martín Lutero a los Romanos. Wesley describe en su diario dicho momento:
"Mientras escuchaba la descripción del cambio que Dios opera en el corazón por la fe en Cristo, sentí arder mi corazón de una manera extraña. Sentí que confiaba en Cristo solamente, para mi salvación. Y recibí la seguridad de que Él había borrado mis pecados y que me salvaba a mí de la ‘ley del pecado y de la muerte’. Me puse entonces a orar con todas mis fuerzas por aquellos que más me habían perseguido y ultrajado. Después di testimonio público a la iglesia de lo que sentía por primera vez en mi corazón."
Ésta experiencia lo convenció de que la salvación solo viene por la fe y cuando el alma pone toda su confianza en Cristo el Salvador. Después de esto, Wesley pudo ser usado por Dios para traer uno de los avivamientos más grandes de la historia.
El mensaje de Wesley. Wesley sacudió a su primera congregación inmediatamente después de haber recibido genuinamente a Cristo en 1738. El tema de su primer mensaje fue “La salvación por fe”. De esa manera, a la edad de 34 años, inauguró el gran avivamiento evangélico del siglo XVIII en Inglaterra y que luego se esparció por todo el mundo conocido. Esto ocurrió cuando el desorden moral imperaba en Inglaterra. Durante su ministerio, miles y quizás millones de personas en Inglaterra se convirtieron a Jesús y cambiaron sus vidas. Este avivamiento cambió al país entero. Se afirma que, si no fuera por Wesley, Inglaterra hubiera sufrido una revolución sangrienta igual a la de la Revolución Francesa.
Los temas de los mensajes de Wesley que salvaron a Inglaterra y reformaron a la iglesia inglesa incluían: el arrepentimiento y la fe en nuestro Señor Jesucristo; la conversión, el nuevo nacimiento en el Espíritu, controlado por Cristo quien mora en el corazón del cristiano por la fe; y enfatizaban sobre la santidad escritural como lo hicieran Pedro (1 Pedro 1) y Pablo (1 Tesalonicenses 4 y 5). La santidad no era solo una doctrina para él, ni su amor un mero modo de vivir; sino que constituían el único camino seguro hacia la madurez y la estabilidad cristiana.
¿Cuál es la enseñanza que nos aporta la experiencia espiritual de Juan Wesley?
- Que la salvación no se obtiene por las obras de la ley, sino que es por la fe que el pecador recibe limpieza y justificación de pecados; es un regalo de Dios. Es por Su Gracia, amor y misericordia que recibimos perdón de pecados y salvación;
- Que éstos regalos no se reciben automáticamente, por el solo hecho de ir a la iglesia, sino que siempre se requiere asistir al recinto de Dios anhelando que Él nos otorgue el nuevo nacimiento, y que el Espíritu Santo vaya transformando nuestro ser hacia una conducta de santidad mediante una vida devocional y de servicio, la lectura y la puesta en práctica de la Palabra. Debemos entender por qué oramos, por qué leemos la Biblia, por qué entonamos cantos y por qué alabamos el nombre de Dios;
- Debemos estar atentos para oír la voz de Jesús, y obedecerle: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna.” (Juan 10:27-28);
- Debemos practicar la justicia: “Os digo que, si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:20);
- Asimismo, ante el perdón recibido de parte de Dios, debemos perdonar a los que nos ofenden: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.” “Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mateo 5:7; 6:14-15).