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24 Agosto

La dimensión de tu amor

Written by  Vania Durán

El Señor nos conoce y sabe que somos polvo. Desde que nos formó, Él sabía que no tendríamos la capacidad de amar por nuestra propia cuenta y que tenemos limitaciones. Por eso, en Su infinito amor y misericordia, se humilló a Sí mismo haciéndose como uno de nosotros: para enseñarnos con Su sacrificio lo que es el amor verdadero a través de Su muerte en la cruz, entregándose voluntariamente a fin de salvar nuestra alma. 

Amar, es una capacidad que Dios nos comunica y revela, se instruye y se afirma por la guianza del Espíritu de Dios en nuestra vida y se manifiesta como fruto, pero éste solamente puede generarse con la ayuda del Espíritu Santo, el cual entra a nuestras vidas cuando reconocemos al Señor como nuestro salvador, es decir, cuando Juan 3:16 se hace realidad en nuestra vida: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 

 

Dar y confiar: reflejo de nuestro amor a Dios

Las dos moneditas de cobre: 

Luego vino una viuda y dio dos pequeñas monedas de cobre que valían muy poco. Jesús llamó a sus seguidores y les dijo: —Les digo la verdad: esa pobre viuda echó más que todos demás a la caja del tesoro del templo. Porque los demás dieron de lo que les sobraba, pero ella, a pesar de su pobreza, entregó todo lo que tenía para vivir. (Lucas 12:42-44).

 Ella era viuda, no tenía otro sostén y sólo tenía dos pequeñas moneditas, pero no sólo dio, sino que confió en Dios como su proveedor, y su amor fue lo suficientemente grande como para desprenderse de todo lo que tenía aunque para muchos fue una ofrenda miserable, pero para ella y para Dios, representó el máximo desprendimiento y muestra de amor. 

 

El costoso perfume:

El más caro. La fragancia cuyo uso fue juzgado como “desperdicio” por su altísimo precio: 300 denarios. Un denario era el equivalente al sueldo de un jornalero por día, lo que significa que ese perfume costaba el ahorro y trabajo de 300 días (algo así como 20 mil pesos mexicanos).

(…) Y sentado a la mesa [Jesús], vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. (Mateo 14:3-4).

Pero en el corazón de María así lo había decidido hacer como consecuencia de su encuentro personal con Dios y por los muchos pecados que Cristo le había perdonado (Lucas 7:47). Ahora ella se sentía agradecida.

Ambos ejemplos muestran que el que ama, busca dar, y cada quien ama como una manifestación del Espíritu Santo en su vida. Nuestro amor a Cristo es el reflejo de la comunión, crecimiento y conocimiento que tengamos de Dios y esto únicamente puede lograrse teniendo una relación personal con Él. Así que, no juzgues al que da "dos monedas", ni al que puede dar el salario de casi un año. Tampoco te juzgues ni compares con la forma de servir o la “cantidad” que otros dan o demuestran de amor. Dios conoce la dimensión de tu amor y las limitaciones, posibilidades e intenciones de cada corazón, pero lo más maravilloso es que: a nosotros se nos ha revelado la enorme e indescriptible dimensión de Su perfecto, hermoso y dulce amor en nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Si quieres amarlo más, conócelo más.

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