“Pasaron por la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia, y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió.” Hechos 16:6-7 LBLA

Es muy interesante notar la forma tan coloquial y natural en que se narra la interacción que el Espíritu Santo tenia con la iglesia del principio. Se denota un claridad de discernimiento por parte de los discípulos a la voz del Señor indicándoles que hacer o que no hacer, en el pasaje, la prohibición del Espíritu Santo de hablar en ese momento la palabra en Asia y posteriormente de viajar a Bitinia.

Notemos dos puntos: Lo primero que el Señor sí nos puede impedir cosas, aun aquellas que parecen correctas, como predicar la palabra, lo cual nos debe enseñar con claridad que el Señor tiene planes y momentos que están por encima aún de nuestros planes o pensamientos.

Lo segundo, que el Espíritu Santo habla, ¡claro que habla! Por su palabra primeramente y luego al corazón del hombre lleno de la comunión con El y lleno obviamente de la misma palabra que Él nos dio.

Estamos en tiempos urgentes de escuchar su voz, estamos ante la oportunidad sublime de elevarnos en comunión concentrada, intima y profunda para escuchar su voz en un tiempo y situación donde tantas voces se escuchan alrededor, voces de miedo, confusión, pánico , incertidumbre, misticismo, temeridad, orgullo y altivez; la voz del Espíritu quiere venir como aquel silbo apacible que calmó el alma del profeta Elias para luego de un tiempo de sosiego, llenos de la Paz, pero también de la valentía que El nos da,  cumplamos con la encomienda que toda la iglesia ha recibido de ir y ser testigos de la gran comisión.