“teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos.” Hechos 24:15 RVR1960

El apóstol Pablo sabía perfectamente que habría una resurrección de muertos y en eso tenía puesta su gran esperanza. Así como Cristo venció a la muerte y se levantó al tercer día, de la misma manera los que han creído en Él resucitarán en el día de Cristo para vida eterna.

Ese era sin duda un mensaje constante y recurrente de la iglesia del principio, de hecho, era una especie de motor que los hacía avanzar seguros soportando la oposición y persecución de su tiempo en todas sus formas.

Esa es la gran esperanza que Dios quiere despertar en su iglesia en esta generación, mientras los injustos se aterrorizan ante las señales presentes, la iglesia verdadera es sacudida para fortalecer su fe y su pensamiento en la certeza inconmovible de la resurrección, lo cual, como mismo Pablo lo enseña con mas detalle en una de sus cartas, será el preludio al gran acontecimiento que nosotros, los que estamos vivos, aguardamos: El arrebatamiento para estar con Cristo por siempre.

“Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras.” 1 Tesalonicenses 4:16-18