“fortaleciendo los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído." Hechos 14:22-23 LBLA

Tanto la vida cotidiana como el caminar en Cristo tendrá altibajos y tribulaciones, y es en esos momentos cuando se hace imprescindible buscar fortaleza a través del ejercicio combinado de la oración y el ayuno.

Eso lo sabía la iglesia primitiva, por ello, el único pasaje en el libro de los Hechos donde se nos dice que los discípulos ayunaron, fue en un contexto de persecución, de lucha y de oposición.  Con todo, Pablo no desiste en su propósito de fortalecer a la iglesia, así que levanta ministros,  predica el evangelio, da dirección y encomienda a la gracia de Cristo a los recién convertidos, todo esto en un contexto de oración y ayuno.

Hoy la iglesia también debe ayunar para estar fuerte en la fe, para conocer la dirección del Señor, para tomar ánimo y no desfallecer en medio de cualquier prueba o temor que se levante a nuestro alrededor.

El ayuno debilita la carne para hacer fuerte el espíritu y así poder percibir de mejor manera el propósito de Dios en nuestra vida y en nuestros tiempos, el ayuno no le compra nada a Dios, pero si nos enfoca en Él para no ser engañados y en lugar de terminar postrados ante nuestras pruebas, circunstancias, dudas o temores, nos levantemos y no cesemos de caminar y hacer lo correcto, sí, para que todos los que en Jesucristo hemos creído, estemos firmes y con los sentidos espirituales atentos para que en medio de cualquier tribulación sigamos disfrutando del reino de Dios y el nombre de nuestro amado Señor sea engrandecido sobre todo.