IBJ | Blog

20 Abril

El Ancla firme de la iglesia

Written by  Alejandro Corzo

“Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.” Hebreos 6:19 NTV

La Iglesia de los primeros siglos usaban el símbolo del ancla de manera constante, aún incluso por encima de la cruz. Los grabados en las catacumbas, lápidas y puertas de cristianos del siglo I hasta el siglo III dan testimonio de ello.

¿La razón? Era un símbolo que les remitía directamente a Cristo como su seguridad en tiempos de dificultad y su esperanza eterna en esta vida y en la venidera.

Como el ancla se aferra a la profundidad del lecho marino para evitar que los barcos naveguen a la deriva, se estrellen contra arrecifes o rocas aún invisibles, y puedan mantenerse firmes en medio de tormentas, así Jesucristo es nuestra fuerza en la debilidad, nuestra seguridad en medio de la incertidumbre, nuestra firmeza ante vientos de doctrina extraña y nuestra gran esperanza que nos mantiene confiados y con calma en medio de cualquier tormenta. El que no tiene ancla, se pierde, queda a la deriva, se hunde con facilidad, es decir, se confunde, se desespera, se llena de incertidumbre, de violencia, de idolatría, de maldad. 

Como nuestros hermanos del principio volvamos al símbolo, que les remitía a su gran consuelo, seguridad y esperanza, el libro de hebreos le llama “el ancla firme y confiable” para el alma: Jesucristo, nuestro gran y único Sumo Sacerdote.

Así que, amado hermano, aferrémonos a Él y no decaigamos, sólo Jesucristo nos hará llegar a buen puerto.

“Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.” Hebreos 6:18-20 NTV

Read 687 times
Rate this item
(0 votes)