Si duda alguna, la Biblia es la Palabra inspirada de Dios y en esta encontramos la revelación de Su carácter y persona. La misma Biblia declara sobre sí misma ser la verdad (Juan 17:17). Sin embargo, no basta con un acercamiento superficial o limitado a la Biblia para acceder a toda la verdad.
En cada página Dios nos ha dejado Su auto revelación progresiva, es decir que se va dando de menos a más. Hoy, nosotros quienes hemos recibido el Canon completo, encontramos más luz que aquellos que vivieron en tiempo de Moisés. Nosotros hemos recibido la plenitud de la revelación divina en Jesucristo, algo que muchos siervos de Dios sólo soñaron.
El conocer a Dios no es de un día en la vida, sino se debe proseguir para conocerlo más y correctamente. Es por ello, que despreciar la Palabra de Dios es algo tan delicado pues es despreciar a Dios mismo dándose a conocer a nosotros.
Que el Señor ponga en nosotros un anhelo a genuino de buscar y encontrarnos con Cristo en las Escrituras. Busquémoslo ávidamente, con la urgencia que los tiempos ameritan, y que la suma de la Palabra nos abra la máxima revelación, Jesucristo, el Hijo de Dios.
