“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Cristo Jesús, se bautizaban, tanto hombres como mujeres.” Hechos 8:12 LBLA

Una práctica que caracteriza a la iglesia es sin duda el bautismo. Y esto es debido a que fue una indicación directa de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 28:19). 

El bautismo es importante porque denota, número uno, obediencia a la ordenanza misma del Señor Jesucristo y segundo convicción. Es decir, se declara la certeza de que queremos rendir nuestra vida a Jesucristo y estamos dispuestos a ser identificados plenamente con Él. El bautismo es una declaración pública al mundo visible e invisible de que hemos muerto al pecado y ahora hemos resucitado con Cristo para andar en novedad de vida. Es un acto en el que declaramos “Cristo es Dios, es mi Señor y ahora quiero y voy a caminar para El”.

No es para pertenecer a una congregación en particular, ni para ser miembro de una denominación o para que se acaben los problemas ni siquiera para recibir salvación, de ninguna manera, es para pertenecer al discipulado de Cristo, identificarnos con su iglesia universal en toda la historia y en todo lugar y continuar avanzando en el camino del Señor, con todas las vicisitudes que puedan presentarse, con la ayuda del Espíritu Santo.  

La iglesia del principio lo llevaba a cabo lo más rápido posible, no sin antes explicar de manera clara el significado del arrepentimiento, la redención expiatoria de Cristo, la conversión a través del reconocimiento de su Señorío y el compromiso al seguirle y ser discípulos de Jesús mismo.

Si tú ya fuiste bautizado, gózate y permanece en el llamado que Dios te ha dado. Pero si no..

¿Que impide que tú seas bautizado? 

“Si crees de todo corazón... que Jesucristo es el Hijo de Dios... bien puedes...” Hechos 8:37