“Y la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera...” Hechos 6:7 LBLA

El adjetivo “discípulo” fue usado por Jesucristo para designar a sus seguidores fieles, y fue también usado de manera constante por la iglesia del principio para referirse a aquellos que habían abrazado la fe en el Señor. Por ello es importante entender su implicación tan importante y mirarnos como discípulos de Jesucristo y no sólo como creyentes o simples seguidores.

Ser discípulo significa uno que quiere ser cómo su maestro y, en el caso de nosotros, comienza en el bautismo en agua, pues ahí es donde declaramos querer ser como Cristo, y continuará toda la vida conforme avancemos en el conocimiento de su palabra. 

Pero lo que hace a una iglesia discípulos de Jesús, no son las visiones, el hablar en lenguas, el saber muchos versículos bíblicos de memoria, asistir a una congregación, ni mucho menos el ser exitoso en el ministerio, sino la capacidad de mantenerse fieles a pesar de ser golpeados por las tormentas del fracaso, atrapados en pruebas y contradicciones, arrastrados por sus emociones, lastimados por el rechazo e incluso sintiéndose quebrantados, despojados, o desgastados.

La iglesia de discípulos se revela detrás de cada puerta de debilidad, enfermedad, necesidad y lucha. Así que confía y espera, pues cuando termine la prueba presente se levantarán y harán visibles los verdaderos discípulos de Jesucristo para impactar con su testimonio a nuestra generación presente. Y por supuesto, tu y yo esperamos estar entre ellos.