“Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos, pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra. Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro, y Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre.” Hechos 15:37-39 LBLA

Pablo desprecia al Joven Juan Marcos debido a su aparente falta de compromiso y no acepta continuar con él. Hasta aquí hubiera llegado este joven en su formación como ministro, a no ser por Bernabé, quien en vez de aislarlo lo integró a su equipo de trabajo ministerial y estuvo dispuesto a compartir con él, el privilegio de servir Señor. La narración de la iglesia del principio deja como testimonio la enseñanza de ser abiertos y dispuestos a aceptar, discipular y trabajar aún con los que parecen inmaduros o inadecuados.

La iglesia de hoy tenemos mucho que aprender de está pequeña parte de la historia bíblica. ¿Cuantas veces no hemos aceptado e integrado a alguien recién llegado a la iglesia por que lo consideramos incapaz o extraño? ¿Y cuantas veces no hemos querido trabajar en el servicio con algunos hermanos a quien consideramos inmaduros, inapropiados o simplemente incompatibles con nosotros?

Quiera Dios y se levanten muchos como Bernabé que puedan consolar e integrar, tanto a la vida de la iglesia como al servicio de la misma, a los Juan Marcos modernos que Dios envía a nuestras congregaciones a fin de probar nuestro carácter, como lo hizo con el apostol Pablo, quien luego de unos años, tuvo que reconocer que Juan Marcos había madurado y crecido en el servicio a la par de Bernabe y lo llama para que le fuera ahora de ayuda también a él.

“Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio.” 2 Timoteo 4:11 LBLA