“Y el Señor le dijo: Levántate y ve a la calle que se llama Derecha, y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo... Pero Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén.. Pero el Señor le dijo: Ve, porque él me es un instrumento escogido... Ananías fue y entró en la casa..." Hechos 9:11-17

Sin duda uno de los temas más complicados es la obediencia. Pues tenemos una naturaleza caída y rebelde que constantemente se opone a hacer lo correcto. 

La iglesia tiene gran ejemplo de obediencia en Jesucristo que obedeció al Padre y en ese modelo fue edificada por el Espíritu Santo para obedecer en aquello que es conforme a Su Palabra y Su propósito.

Ananías tenia buenas objeciones y argumentos para no hacer lo que se le pedía, y el Espíritu Santo no perdió tiempo en tratar de debatir o convencerlo, sencillamente le dio una indicación y Ananías obedeció.

La iglesia de hoy tenemos que tener claro este principio, hoy el Señor sigue hablando y dándonos instrucciones, primeramente por Su Palabra y luego por sus ministros delegados, y aún también por voz de Su Espíritu a nuestros corazones; muchas veces no entenderemos o tendremos planes que parezcan mejores, pero el Señor espera simplemente que obedezcamos. Honramos a Dios cuando obedecemos a nuestros padres, cónyuges, jefes,  autoridades civiles, maestros, pastores y ministros de nuestras congregaciones. Toda vez que no haya contradicción con Su Palabra, Su ley moral, Sus principios fundamentales y Su propósito redentor, obedezcamos. 

Algunos dicen que el que obedece nunca se equivoca, esto no es verdad del todo, el que obedece a Dios y a Su Palabra, ese sí, nunca se equivocará.