“Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía.” Colosenses 1:18 LBLA

La iglesia del principio fue perseguida por no reconocer a nada ni a a nadie como su suprema autoridad sino solo a Cristo. Tenían clara certeza de que solo Jesucristo podía tener la supremacía sobre sus vidas.

Hoy al igual que en toda la historia de la iglesia, hay muchos que se levantan queriendo ser la cabeza de la iglesia; es obvio que ser la cabeza significa dirigir, guiar, controlar, dominar. Y tanto personas como entidades sociales, políticas y religiosas lo han intentado y sin duda lo seguirán haciendo. Pero la iglesia de hoy debe ser astuta para discernir todo intento humano, religioso o místico que quiera usurpar la suprema autoridad de Jesucristo como cabeza de la iglesia. 

Demostrar que Cristo es nuestra cabeza requiere reconocimiento, entrega, atención y obediencia a la Palabra, pues si bien Cristo es la cabeza, la Biblia es la fuente de sus pensamientos, directrices y opiniones acerca de qué, por qué y cómo hacer. 

Reconocer a Cristo como nuestra cabeza nos provee de seguridad, paz y gozo a nuestro espíritu y corazón, proveyéndonos de la motivación para adorar y servir con libertad a nuestro Señor.

Si ser cabeza significara ser cobertura, por estar la cabeza arriba de todo, entonces no tenemos ni necesitamos más cobertura que Jesucristo, nuestra única cabeza.

“Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia.” Efesios 1:22 NTV