“Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” Romanos 7:4 LBLA
Si bien es cierto que los dones del Espíritu nos proveen de poder para predicar el evangelio, es de mayor relevancia la manifestación de una vida que refleje la realidad práctica de ese poder transformando nuestra conducta, nuestra manera de pensar, de hablar y de relacionarnos con los demás, es decir, que el carácter de Cristo se refleje en nosotros, eso es dar fruto del Espíritu.
Solo hay un texto en la Biblia (Gálatas 5:22) que describe a manera de lista las características de este fruto que, con la ayuda misma del Espíritu Santo, la iglesia del principio y del siglo XXI ha de manifestar como evidencia de que Jesucristo vive en ella:
Amor. La capacidad de aceptar al prójimo y en consecuencia dar de lo que somos y tenemos desinteresadamente a otros.
Gozo. La expresión de satisfacción y contentamiento ante toda situación.
Paz. Calma y confianza mental, física y espiritual en Dios a pesar de toda circunstancia.
Paciencia. Saber esperar y creer que Dios tiene todo bajo su control.
Benignidad. Es la manifestación de un caracter y corazón bueno, sin malicia ni envidia en el.
Bondad. Es la virtud de tener compasión por las necesidades de otros para poder ayudarlos.
Fidelidad. Permanecer firmes, perseverantes y constantes en lo que hemos creído.
Mansedumbre. Docilidad y suavidad de carácter, capaz de moderar la ira y sus efectos desordenados.
Dominio Propio. La capacidad de controlar nuestras emociones y pasiones, y no que estas nos dominen a nosotros.
Como estamos hablando de fruto, estos se han de dar de manera natural como resultado de una vida que ha tenido un encuentro real con Jesucristo, permanece en la lectura y estudio de su palabra, en la oración y en la comunión con el Espíritu Santo y con la iglesia.
El fruto del Espíritu es el cumplimiento de aquella frase del Dr. Othoniel Ríos:
“Predica el evangelio todo el tiempo... y si te sobra tiempo háblalo”
