“Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.” Hechos 13:52

Si bien el gozo es parte del fruto del Espíritu Santo, también parece ser una actitud constante en la vida de quienes conforman la iglesia de Cristo. El gozo es más que alegría, es una alegría que contagia, que se desborda y que, según los diccionarios, involucra o estimula todos los sentidos. El gozo en un significado más profundo, es el estado de satisfacción y plenitud al que una persona llega.

La iglesia del principio era constantemente exhortada a tener gozo, por eso, esta palabra aparece múltiples veces en el Nuevo Testamento, y la mayoría de estas ocasiones tiene relación con la presencia de pruebas, luchas y tribulación, convirtiendo así el gozo en un elemento único en el que los discípulos de Jesucristo nos sobreponemos y alegramos ante toda situación, ya sea enfermedad, perdida, desempleo, persecución, contradicción, escasez, abandono, presión, confusión, peste o pandemia cualquiera.

¿Cómo es posible tener gozo ante toda situación? La única respuesta es que haya algo mayor, más grande a lo que nos rodea. Es ahí donde actúa nuestra fe y el Espíritu Santo nos recuerda que nuestra salvación está en el Señor y que tenemos esperanza y recompensa en la vida eterna, así entonces, al igual que Jesús cuando iba a la cruz, por el gozo puesto delante de nosotros soportamos y glorificamos a nuestro único Dios.

Esta es la razón que nos hace diferentes a todo el mundo, y cuando todo el mundo llora, se angustia, se lamenta, se perturba, se violenta, se confunde por lo que sucede alrededor y por lo que podría venir en el futuro, la iglesia tiene paz y tiene gozo.

“Estad siempre gozosos...; Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!” 1 Tesalonicenses 5:16, Filipenses 4:4