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16 Junio

Una iglesia consagrada

Written by  Alejandro Corzo

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” Efesios 2:10

Si bien la santificación es la obra de de Dios al habernos escogido, justificado, redimirnos y apartarnos como un acto pleno de su soberanía y voluntad, la consagración es la expresión práctica que la iglesia hace como consecuencia de haber sido salvados y también como evidencia de caminar hacia ese llamado de santidad. Es decir, la santidad la hizo, la está haciendo y la hará el Padre a travez de Cristo, por el Espíritu Santo; pero la consagración es la intervención del Espíritu mismo en nuestra vida para hacer las obras que se esperan de un hijo de Dios, Santo y escogido para ser su iglesia novia. 

Consagración se refiere a aquello o aquel que está dedicado a un algo en particular; en otras palabras, no sirve para nada más que para aquello que fue diseñado u ofrecido, y la palabra dice que nosotros fuimos escogidos desde la eternidad para ser instrumentos que anuncien su gloria, la gloria de su Gracia (Romanos 1:5-6).

Si esto lo entendemos como lo entendía la iglesia del principio, entonces caminaremos con alegría siendo instrumentos que reflejen a Cristo y su verdad en la mayoría, sino es que todas, las áreas de nuestro diario vivir, para que las obras que Dios ya planeó desde su eternidad pasada se cumplan para su propia gloria a través de nosotros, sea en la escuela, en el trabajo, en la casa, en la familia, cuando hablamos, cuando callamos, cuando servimos, cuando nos divertimos, cuando reaccionamos, cuando tomamos decisiones, cuando nos miran, cuando no nos miran... 

Ser alguien consagrado no es ser alguien siempre bueno o perfecto, la idea más correcta es ser siempre atento o dedicado. Como la taza imperfecta incluso algo rota, pero que siempre es la que el anciano usa para tomar su café. El más consagrado no es entonces el vaso de oro que solo se luce en las vitrinas, sino el vaso de barro que siempre está dispuesto a ser usado para saciar la sed del que lo necesita.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros.” 2 Corintios 4:7

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