Declaración de Fe

 

Declaración de Fe

Iglesia Bíblica de Jesucristo

(Basada en la Confesión de Fe de Londres de 1689) 


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1. Las Sagradas Escrituras

Creemos que la Biblia en sus idiomas originales, a saber, hebreo en el Antiguo Testamento y griego en el Nuevo Testamento, es divinamente inspirada verbal y plenariamente, por medio y obra del Espíritu Santo, quien dirigió, utilizó e inspiró a los hombres que la escribieron, y por lo tanto es la verdad pura y limpia sin incluir ninguna adulteración ni error en su contenido. Creemos que la Biblia es nuestra única regla de fe y conducta delante de Dios y los hombres. Creemos que todos los sucesos históricos, milagros, datos geográficos y hechos relatados de la Biblia son fidedignos y literales. Creemos que la Biblia es la suprema autoridad Divina, por la cual deben regirse la conducta humana, toda opinión y creencia espiritual. (2 Timoteo 3:16-17, 2 Pedro 1:19-21).

 

2. Del Dios Verdadero y la Trinidad

Creemos que hay solamente un Dios, que es el Ser Supremo e Infinito, Creador y Sustentador del Universo, Todopoderoso, Soberano, Personal, Eterno, Único, Inmutable, Omnisciente, Omnipresente, Inescrutable, Inerrante, Verdadero, Santo, Amor, Fiel y Perfecto. Que eternamente ha existido y se ha manifestado en tres personas: PADRE, HIJO y ESPÍRITU SANTO, iguales en toda divinidad y perfección, siendo cada una de igual naturaleza, en esencia y atributos. Creemos que Dios ha buscado por todos los medios el manifestarse a Sí mismo: Sus obras, Su voluntad y Su propósito para con los hombres, para que éstos conozcan de Su Gracia, Misericordia y Amor infinito. (Salmos 139:7-11; Hebreos 4:13; Proverbios 5:21; Éxodo 20: 2; Génesis 17:1; Éxodo 6:3; Hebreos 12:29; Juan 3:16; Apocalipsis 1:8; 4:8; Judas 4; Salmos 145:3; 99:9; Deuteronomio 33:27; Salmos 90:2; Deuteronomio 7:9; Salmos 119:90; 1 Pedro 1:15; 1 Corintios 8:6; 1 Timoteo 2:3-5; 1 Timoteo 2:5; 1 Juan 5:7; Apocalipsis 4:11).

a. Dios Padre. Dios el Padre, el Creador del cielo y la tierra, es la cabeza funcional de la Trinidad. Envió al Hijo para obtener satisfacción para la justicia divina y para proclamar la reconciliación. Envió el Espíritu Santo para enseñar la verdad. Se lo menciona como el Padre de toda la creación, de ángeles, de Israel, de los creyentes y de Cristo (Juan 14-17; Juan 20:17; Job 1:16; Salmos 103:13).

b. El Señor Jesucristo. Creemos en la Deidad absoluta de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios perfecto y hombre perfecto; que Él es Dios manifestado en carne, concebido por el Espíritu Santo, y nacido de María en su estado virginal; que vivió una vida sin pecado en la Tierra; que murió en la cruz del Calvario como un sacrificio satisfactorio por todos los pecadores. Que es el Hijo de Dios y Dios el Hijo, mediador único entre Dios y los hombres, abogado de los creyentes, que viene otra vez por los redimidos, que nació, vivió y murió como hombre, pero sin pecado (Isaías 7:14; Mateo 1:18, 25; Lucas 1:35; Juan 1:1, 14; Filipenses 2:5-8; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 4:15; Mateo 1:21-22; Juan 1:14; Filipenses 2:5-8; 1 Timoteo 3:16).

c. El Espíritu Santo. Creemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad y es igual en divinidad a Dios el Padre y Dios el Hijo; creemos que Él trae convicción al mundo de pecado, justicia, y juicio; que Él es el agente sobrenatural en la regeneración; que mora en todo creyente y los sella para el día de la redención; que Él da poder y dirige a los creyentes. Que confirma la verdad del Evangelio y da confirmación del Nuevo Nacimiento, que santifica al creyente, lo guía, induce, enseña y testifica de Cristo y la Palabra en la vida de los creyentes. Creemos que en el momento de salvación (nuevo nacimiento) el creyente es bautizado por el Espíritu Santo recibiendo en ese momento la facultad de evidenciar todos los dones del Espíritu según la voluntad y soberanía de este como Dios y que el creyente no necesita buscar el bautismo del Espíritu como evidencia de su salvación sino, más bien, como manifestación de una vida que está siendo llenada por su visitación (Génesis 1:1-2; Mateo 28:19; Marcos 1:8; Lucas 1:35; 24:49; Juan 1:33; 14:16-17, 26; 16:8-11; Romanos 8:14; 8:26-27; Efesios 1:13-14; 1 Juan 5:7; 1 Corintios 12:1, 6-11; Juan 14:16-18; Juan 16:7-8; Juan 3:5-7; Romanos 8:9; Juan 14:26; Efesios 5:18).

 

3. De los Ángeles

Creemos que los ángeles son seres creados y por lo tanto no deben ser adorados. Aunque son un orden más alto de creación que el hombre, han sido creados para servir a Dios y para adorarlo, así como para ministrar a favor de la iglesia (Lucas 2:9–14; Hebreos 1:6–7, 14; 2:6–7; Apocalipsis 5:11–14; 19:10; 22:9).

 

4. Del Diablo o Satanás

Creemos en la existencia de Satanás, que es el príncipe de este mundo, que junto con los ángeles caídos (demonios) opera en la tierra en todos los estamentos de la sociedad, induciendo a los hijos de desobediencia al pecado, que está preservado para el juicio de Dios, para ser echado al infierno (Mateo. 25:41; Efesios 2:2; 6: 12;2 Corintios 4:4; Apocalipsis 20:10).

 

5. De la Creación

Creemos y aceptamos plenamente el relato bíblico sobre la creación del mundo y del hombre, tal y como lo narra el libro de Génesis, que fue realizada en 6 días de 24 horas, sin tomar parte ningún proceso evolutivo; negamos totalmente “teorías” especulativas como el “Bing-bang”, y afirmamos que todo fue creado por la acción directa e inmediata de Dios; y que toda la descendencia actual del hombre viene de la pareja original e histórica de Adán y Eva (Génesis. 1 y 2; Colosenses 1:16-17; Juan 1:3; Hechos 17:26).

 

6. De la caída del hombre

Creemos que el hombre fue creado a imagen de Dios, dotado de voluntad, en inocencia, bajo la ley de su hacedor, y que escogió el pecado y con él la condenación de la muerte. Fue creado por un acto directo de Dios como obra de un diseño perfecto y no como resultado de una “evolución”. Creemos que todo hombre nace bajo pecado y destituido de la gloria de Dios. La caída histórica puso a la humanidad bajo la condenación divina. La naturaleza del hombre está corrupta y, por lo tanto, es completamente incapaz de agradar a Dios. Todo hombre necesita la regeneración y la renovación del Espíritu Santo (Génesis 2:7; Génesis 1:26, 27; Génesis 3; Romanos 1: 18-32; 3: 23; 5: 10-19; Efesios 2:1; Romanos 1:18, 3:20, 7:21-25, 5:12).

 

7. Del Infierno

Creemos en la existencia real del lago que arde con fuego y azufre, donde serán arrojados por la eternidad los que rechazan al Señor Jesucristo como su Salvador personal (Mateo 25:41; Apocalipsis 19:20; 20:14-15).

 

8. Del Cielo

Creemos en un lugar literal llamado “el Cielo” donde se encuentra la presencia de Dios, donde ángeles elegidos moran y el lugar donde los redimidos también morarán; del cual Cristo descendió y al cual Él ascendió de nuevo, el lugar donde Él hace intercesión por los santos, y de donde vendrá otra vez para juzgar a los vivos y a los muertos (Juan 14:1-3; Apocalipsis. 21 y 22).

 

9. De la Redención del hombre

Creemos que la salvación del hombre es enteramente obra de la Gracia de Dios, y no es el resultado, en su totalidad o en parte, de obras humanas, de la bondad o de ceremonias religiosas. No creemos que la salvación se halle en ninguna religión, ningún santo, o la virgen María. Dios imputa Su justicia a quienes ponen su fe exclusivamente en Cristo para su salvación y, por lo tanto, los justifica a sus ojos. Creemos que el Señor Jesucristo murió “por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado según las Escrituras; y que resucitó al tercer día según las Escrituras”. Creemos que la salvación de la pena del pecado es únicamente por la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, cuando voluntariamente murió en la cruz del calvario por nuestros pecados, resucitando al tercer día, y que está a la diestra de Dios como Sumo Sacerdote. Creemos que una persona es salva cuando se arrepiente de sus pecados y ejercita fe confiando en el Señor Jesucristo como su Salvador personal. No damos ningún crédito al hombre para la salvación, debido a su condición de estar muerto espiritualmente. La fe salvadora y el arrepentimiento son dones de parte de Dios mismo, por lo tanto, expresión de Su gracia soberana (Romanos 6:23; Efesios 2:8, 9; Juan 3:16; Tito 3:5-8; 1 Corintios 15:3-4; Filipenses 1:29; 2 Timoteo 2:24-26; Efesios 2:1; 2:8; Juan 3:16; Hebreos 2:14; Isaías 53:6; Hebreos 10:4-10; Romanos 5:1; 1 Juan 3:2).

 

10. De la Regeneración del hombre

Creemos que para ser salvos, los pecadores tienen que nacer de nuevo; que este nuevo nacimiento es una nueva creación en Cristo Jesús; que antes del nuevo nacimiento el pecador estaba muerto en sus delitos y pecados, y al efectuarse el nuevo nacimiento es hecho participante de la naturaleza divina, y recibe vida eterna, el don gratuito de Dios, solamente por el poder del Espíritu Santo. Creemos que todos los redimidos de Dios son guardados por el poder de Dios y por esta razón están eternamente seguros en Cristo. Creemos que cuando una persona es salva, es salva para siempre. Es el privilegio de todos los que nacen de nuevo por el Espíritu estar asegurados de su salvación desde el momento mismo en que confían en Cristo como su Salvador. Esta seguridad no está basada en ningún tipo de mérito humano, sino que está producida por el testimonio del Espíritu Santo, que confirma en el creyente el testimonio de Dios en su Palabra escrita. La plenitud, el poder y la guía del Espíritu Santo son apropiados por fe en la vida del creyente (Juan 10:27-29; 2 Timoteo 1:12; Filipenses 1:6; Romanos 5:9-10, 8:1, 29, 30, 38, 39; Juan 5:24, Hebreos 7:25; Judas 24; Juan 3:3; 3:6-8; Hechos 16:30-33; Romanos 6:23; Efesios 2:1-2; 2 Corintios 5:19; Colosenses 2:13; 2 Corintios 5:17; 2 Pedro 1:4; 1 Juan 5:13).

 

11. De la Justificación del hombre

Creemos que una de las grandes bendiciones que Dios da a sus hijos, es la Justificación, la cual consiste en:

a. Un acto judicial de Dios, en el cual Él declara que todas las demandas de la Ley están satisfechas con respecto al pecador, sobre la base de la Justicia de nuestro Señor Jesucristo.

b. Que tiene lugar una sola vez y por todas. De un solo golpe que, completada para siempre, no hay grados en la justificación.

c. Que el elemento esencial de la Justificación consiste en que la obra de Cristo se nos imputa sin ninguna obra perfecta o mérito de nuestra parte y considera que constituye un paralelo perfecto a la manera en que la culpa de Adán se nos imputa (Isaías 53:11; Romanos 4:25; 5:12-21).

 

12. De las Condiciones para la Salvación

Creemos que la salvación que Dios ofrece, se obtiene únicamente por la fe en el Señor Jesucristo. Esta es la condición única y suficiente para la salvación. Por lo que no existe capacidad de salvación en ninguna obra, persona, institución, religión o exigencia agregada a Jesucristo, siendo así la salvación solo por Gracia (Juan 5:24; Hechos 16:31; Romanos 11:6; Gálatas 2:16; Efesios 2:8-9; Tito 3:5-7).
 
 

13. Sobre la Santificación

Creemos que todo creyente está llamado a vivir en el poder del Espíritu que mora en él, que no seguirá los deseos de la carne, sino que dará fruto para la gloria de Dios. Creemos que la santificación es divina y el trabajo progresivo del Espíritu Santo por el cual Dios, basado en la obra completa de Cristo en la cruz, Su ministerio de intercesión, y Su Divina Palabra, ha apartado al creyente y obra en esa persona, por medio de una voluntad sumisa, lo que es de buen parecer a Él a través de Jesucristo. La santificación no es una segunda obra de Gracia que el creyente debe de trabajar para obtener, sino el resultado del trabajo mismo del Espíritu Santo en la vida del creyente. Creemos que la santificación culminará en la redención completa del cuerpo (Efesios 1:14; 2 Pedro 3:18; Efesios 1:14; Filipenses 3:21; 1 Tesalonicenses 5:23).

 

14. Sobre la Perseveracia de los Santos

Creemos que todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin. Aquellos a quienes el Señor ha aceptado en Cristo y ha santificado por Su Espíritu Santo, jamás caerán del estado de Gracia sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar espiritual, hacen que haya reproches por la causa de Cristo y juicios temporalmente adversos a ellos; sin embargo, serán guardados por el poder de Dios, mediante la fe que produce salvación (Génesis 12:1-3; Éxodo 19:5-8; 1 Samuel 8:4-7, 19,22; Isaías 5:1-7; Jeremías 31:31ss; Mateo 16:18,19; 21:28-45; 24:22,31; 25:34; Lucas 1:68-79; 2:29-32; 19:41-44; 22:44-48; Juan 1:12-14; 3:16; 5:24; 6:44,45,65; 10:27-28; 15:16; 17:6,12,17,18; Hechos 20:32; Romanos 5:9,10; 8:28-39; 10:12-15; 11:5-7, 26-36; 1 Corintios 1:2; 15:54-58; Efesios 1:4-23; 2:1-10; 3:1-11; Colosenses 1:12-14; 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Timoteo 1:12; 2:10,19; Hebreos 11:39; 12:2; 1 Pedro 1:2-5, 13; 2:4-10; 1 Juan 1:7-9; 2:19; 3:2).

 

15. La Iglesia Universal

Creemos que Dios instituyó la Iglesia establecida por Jesucristo, siendo Él la roca y fundamento sobre la cual fue y es edificada, teniendo como inicio el día de Pentecostés, pero presente en el Antiguo Testamento como sombra y figura de lo que habría de venir, siendo actualmente la Iglesia Universal de Cristo, de la cual Él es la cabeza y ella su cuerpo para su servicio y su novia para su gloria. El propósito de la Iglesia es glorificar a Dios al edificarse a sí misma en la fe, al ser instruida en la Palabra, al tener comunión, al guardar las ordenanzas y al extender y comunicar el evangelio al mundo entero. Creemos que esta iglesia universal esta compuesta por todos los creyentes en Cristo en todas partes del mundo y a lo largo de toda la historia, manifestada a través de la iglesia local, que es la reunión de todos los creyentes regenerados por la sangre de Jesucristo en una localidad, de una misma fe y bautismo, con autonomía propia, administración interna, bajo la dirección de los oficiales puestos por el Señor y nombrados por la iglesia (Pastor, Ancianos, Diáconos y demás oficiales).(Romanos 5:14; Efesios 3:21; 4:13–16; Hechos 2:47; 1 Juan 1:3; 2 Timoteo 2:2,15; 3:16–17; Mateo 16:18; Lucas 22:19; Hechos 2:38–42; Efesios 1:22-23; 3:1-6; 4:11; Hechos 1:8; 2:1-3; Mateo 28:19; Hechos 1:8; 2:42).

 

16. La Iglesia Local

Creemos que una Iglesia local es una congregación de creyentes regenerados y bautizados por inmersión, asociados por pacto de fe y confraternidad en el Evangelio; que voluntariamente se unen para el propósito de adoración, edificación, tener compañerismo y servir; observando las ordenanzas de Cristo, gobernados por las Escrituras y ejerciendo los dones espirituales, derechos y privilegios dados en la Palabra de Dios. Creemos que conforme a la Biblia sus oficiales son: Obispos, Pastores, Ancianos y Diáconos, cuyas condiciones están definidas claramente en las Escrituras. Creemos que la misión de la iglesia es ser un testimonio fiel de Cristo a todos los hombres según tengamos oportunidad en la comunidad local y hasta las regiones lejanas del mundo; que la iglesia tiene el derecho absoluto de gobernarse a sí misma libre de la interferencia de cualquier individuo u organización religiosa o política; Afirmamos que la Iglesia local tiene el derecho pleno de autonomía, que la cabeza es Cristo y ella es su cuerpo, que la Biblia autoriza a las iglesias locales a cooperar entre sí en comunión y acuerdo para no contender por la fe en el mundo y la sociedad, y para la expansión del Evangelio; que la iglesia local es el único juez de la medida y método de su cooperación en todo asunto de membresía, política de gobierno, disciplina, benevolencia, siendo todo esto dirigido por la Iglesia local, la cual hará la final decisión (Hechos 2:41-47; Romanos 1:7; Colosenses 1:2; Hechos 20:28-31; 1 Pedro 5:1-5; Tito 1:5-8; 1 Corintios 11: 2; Efesios 1: 22-23).

 

17. De los Dones y Ministerios

Creemos en la vigencia de todos los dones y ministerios que la Biblia menciona siendo estos herramientas o funciones para la edificación de la iglesia y no títulos de poder o gobierno. Creemos en la necesidad de los dones y ministerios para que la Iglesia coopere con Dios conforme Él lleva a cabo sus propósitos en el mundo. En primer lugar, Él da hombres escogidos con el propósito de equipar a los santos para la obra del ministerio, y Él también da capacidades únicas y especiales a cada miembro del Cuerpo de Cristo, según la soberanía y voluntad del Espíritu Santo (Efesios 4:7–12; Romanos 12:5–8; 1 Corintios 12:4–31; 1 Pedro 4:10–11).

 

18. Sobre las Misiones

Creemos en la importancia de la expansión del mensaje de Jesucristo por lo que el apoyo a misiones y misioneros es parte de nuestra fe. Creemos que todo aquel misionero, organización o agencia de misioneros que solicite sustento de la iglesia local, deberá sostener las mismas doctrinas fundamentales y deberá ser uno que muestre con hechos que ama la obra del Señor. De ningún modo la iglesia apoyará un misionero que se pruebe está comprometido con algún concilio, agencia, ministerio ecuménico o lleve una vida comprometida con el pecado. Creemos que es una enseñanza bíblica que la iglesia, capacite, envíe y sustente misioneros comprometidos con la gran comisión, con miras a entrenar y establecer ancianos y pastores como líderes de iglesias autónomas y autosustentables, para así fundar iglesias bíblicas tanto en el país como en el extranjero (Hechos 13:4; 15:30; Romanos 10:15; 1 Timoteo 2:15; 3:1-5; 4:1-5).

 

19. Sobre el Bautismo

Creemos que el bautismo bíblico es por inmersión, como testimonio público al mundo visible e invisible de su fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado; mostrando en símbolo su unión con Cristo en Su muerte, sepultura, y resurrección. Creemos que todo creyente se debe bautizar por el ejemplo y mandamiento de nuestro Señor Jesucristo; Creemos que no hay poder de salvación en las aguas al bautizarse, sino es solamente un paso de obediencia de aquellos que ya han sido salvos para mostrar que ellos han sido muertos, sepultados, y levantados con Jesucristo por fe en Él y como una petición a Dios de una renovación en nuestra conciencia y ser inscritos así en el discipulado de Cristo. También creemos que el bautismo de bebés no está claramente definido en la Biblia, por tanto, no lo practicamos. Consideramos que el bautismo en agua es un requisito para participar de la Santa Cena. (Romanos 6:3-5; Mateo 3:13-17; Mateo 28:19-20; Hechos 8:36-39; Tito 3:5; 1 Pedro 3:21; Juan 3:23).

 

20. Sobre la Santa Cena

Creemos que la Santa Cena, también llamada en la Biblia "la Mesa del Señor", es para recordar la muerte y resurrección de Jesucristo hasta que Él venga y debe ser precedida siempre por el auto-examen. Creemos que el pan y el vino son solamente símbolos y que nunca se convierten en la carne y la sangre de Jesucristo literalmente, por lo que no son fuente de gracia en sí mismos; no obstante sí son medios para recibir bendición al tomarlos con fe y solemnidad en a Quien representan. Creemos que el Señor Jesucristo está espiritualmente presente en el acto de la Santa Cena como Dios Omnipresente. La Mesa del Señor estará abierta a toda persona regenerada y bautizada, que viva en comunión y en obediencia al Señor Jesús y debe ser tomada todas las veces posibles en nuestras reuniones (1 Corintios 11:23-32; Lucas 22:14-20, Mateo 26:26-30; Marcos 14:22-26; Hechos 2:46).

 

21. Sobre la Mayordomía y los Bienes Materiales

Creemos que Dios es la fuente de todas las bendiciones temporales y espirituales; todo lo que tenemos y lo que somos se lo debemos a Él. Los cristianos tienen una deuda espiritual con el mundo entero, un depósito santo en el evangelio, y una impelente mayordomía de sus posesiones. Por tanto están bajo el compromiso de servir a Dios con su tiempo, sus talentos, su dinero y sus posesiones materiales; deben reconocer que todo esto les ha sido confiado a fin de usarlo para la honra y la gloria de Dios y para ayudar a otros. De acuerdo con las Escrituras, los cristianos contribuyen regular y sistemáticamente, de manera proporcional y con liberalidad, para el sostenimiento de sus congregaciones y para el extendimiento de la causa del Redentor en la tierra. Una actitud de generosidad caracteriza a una persona que ha comprendido la Gracia y el regalo de Dios en Jesucristo (Génesis 14:20; Levítico 27:30-32; Deuteronomio 8:18; Malaquías 3:8-12; Mateo 6:1-4; 19:21; 23:23; 25:14-29; Lucas 12:16-21,42; 16:1-13; Hechos 2:44-47; 5:1-11; 17:24,25; 20:35; Romanos 6:6-22; 12:1,2; 1 Corintios 4:1,2; 6:19,20; 16:1-4, 2 Corintios. 8 y 9; 12:15; Filipenses 4:10-19; 1 Pedro 1:18,19).

 
 

22. Sobre el Gobierno Civil

Creemos que Dios ha instituido el gobierno civil para mantener el orden de la sociedad humana, según lo enseñan las Sagradas Escrituras. Los magistrados civiles son colocados por Dios por lo que la sujeción de todas las cosas legales ordenados por ellos deben ser efectuadas por nosotros en el Señor, no solamente por el castigo, sino también por motivos de conciencia. Debemos orar por ellos y obedecer las leyes, excepto aquellas que están opuestas a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, quien es Rey de reyes y Señor de señores, expresada por la Biblia misma, que es la norma máxima de autoridad, fe y estilo de vida del creyente. Creemos que Dios ha dado a cada institución responsabilidades específicas bíblicas; manteniendo el balance con el entendimiento que ninguna autoridad tiene derecho de infringir en otra. El Hogar, La Iglesia y El Estado son iguales y soberanos y gobiernan sus respectivas esferas de responsabilidad, bajo Dios, como se asigna en Las Escrituras (Romanos 13:1-7; Efesios 5:22-24; Hebreos 13:17; 1 Pedro 2:13-14; 1 Timoteo 2:1-8; Mateo 22:21; Tito. 3:1; Daniel 3:17; 2 Samuel 23:3; Éxodo 18:21-22; Hechos 5:20; 23:5).

 

23. Sobre la Sexualidad humana

Creemos que la identidad de la sexualidad humana está definida en las Escrituras, “La vida está en la Sangre”. Por tanto, la sangre humana define la sexualidad, por estar en ella el ADN, toda la información genética que se necesita para definir el sexo de hembra o varón. Creemos que Dios ha ordenado que no se participe en ninguna actividad íntima sexual fuera del matrimonio entre un hombre y una mujer. Creemos que cualquier forma de homosexualismo, lesbianismo, bisexualismo, transgénero, bestialidad, incesto, fornicación, pederastia, adulterio y pornografía son perversiones pecaminosas del sexo, que es don de Dios, y se deben rechazar (Levítico 17:11; Génesis 2:24; 19:5, 13; 26:8-9; Levítico 18:1-30; Romanos 1:26-29; 1 Corintios 5:1, 6:9; 1 Tesalonicenses 4:1-8; Hebreos 13:4).

 

24. Sobre el Matrimonio

Creemos que el matrimonio es la sagrada unión en un pacto entre un hombre y una mujer, que se forma cuando ambos prometen ante Dios lealtad y amor de por vida uno para el otro. Creemos que fue diseñado por Dios y no por los hombres desde el principio de los tiempos. Por tanto, la cohabitación o unión libre debe evitarse para cuidar el testimonio personal y el de la iglesia. Creemos que el matrimonio bíblico es entre un hombre y una mujer, por lo que no se realizan en nuestras congregaciones matrimonios entre personas del mismo sexo por ser esto contrario a lo que la Biblia enseña (Génesis 2:24; Mateo19:5; 1 Tesalonicenses 5:22; Hebreos 13:4; 1 Corintios 6:9).

 

25. Sobre el Divorcio (y el Volverse a Casar)

Creemos que Dios odia el divorcio y que Su intención es que el matrimonio permanezca hasta que un miembro de la pareja muera. No obstante, por la dureza del corazón del hombre los divorcios son una realidad dentro de la sociedad y de la iglesia. Creemos que la iglesia tiene el deber de promover el matrimonio bíblico y la restauración de personas que se han divorciado. Creemos en la oportunidad que el Señor sa de volver a casarse a todos los viudos y viudas, así como a quienes han sufrido la experiencia del divorcio; siempre que hayan pasado algún tiempo de restauración y sea con alguién de la misma fe y en el Señor; de lo contrario es mejor no volverse a casar. (Malaquías 2:14-17; Mateo 19:3-12; Romanos 7:1-3; 1 Timoteo 3:2,12, 5:14; Tito 1:6; 1 Corintios 7:10-13, 15, 39-40).

 

26. Sobre el Aborto

Creemos que la vida humana comienza en el momento de concepción y que un embrión sin nacer es un ser humano. El aborto consiste en quitarle la vida al bebé por nacer, sin justificación ni excusa. Creemos que El aborto es homicidio, por lo que rechazamos cualquier enseñanza, ideología o movimiento que acepte y/o promueva el aborto por causa de violación, incesto, defectos, selección de género, control de población, o el bienestar mental de la madre (Job 3:16; Salmo 51:5, 139:14-16; Isaías 44:24, 49:1,5; Jeremías 1:5, 20:15-18; Lucas 1:44).

 

27. Sobre la Segunda venida de Cristo

Creemos en el inminente retorno de Cristo quien volverá por Su iglesia, desde el aire, de forma corporal, personal, pre-tribulacional y pre-milenial como una primera fase de Su segunda venida. Creemos que habrá un arrebatamiento de la iglesia previó a un tiempo de gran tribulación sobre toda la Tierra, de la cual la iglesia será protegida. Creemos que Jesucristo volverá a la Tierra personalmente, visiblemente y corporalmente, para consumar la historia y cumplir el plan de Dios, siendo el Rey de reyes y Señor de señores. Creemos que el Señor regresará a la Tierra con Su iglesia al final de la gran tribulación, para juzgar a las naciones y establecer Su reino milenial.

Creemos que al finalizar el milenio, todos iremos a morar definitivamente en el cielo. Nadie en la Tierra sabe exactamente cuando han de acontecer estos eventos. Sin embargo los salvos debemos entender los tiempos para que no seamos sorprendidos (Mateo 25:13; 24:21; 1 Tesalonicenses 4:15-18; Apocalipsis 3:10;1; Hechos 1:11; Apocalipsis 19:11-16; Zacarías 14:4-11; 1 Tesalonicenses 1:9, 10; 5:4; 2 Pedro 3:10; Mateo 24:29-31; 25:31-46; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 19:11-21; Hechos 1:11; 2:29-30).

 

28. Sobre la Resurrección de Muertos

Creemos en la resurrección de todos los hombres, los salvos para vida eterna, y los incrédulos para juicio y castigo eterno. Creemos que los salvos resucitarán para comparecer ante el tribunal de Cristo donde serán galardonados. Creemos que las almas de los redimidos son después de la muerte, ausentes del cuerpo, pero presentes con el Señor, donde en gozo consiente, esperan la primera resurrección cuando el espíritu, alma y cuerpo serán unidos para ser glorificados para siempre con el Señor. Creemos que las almas de los incrédulos después de la muerte estarán en tormento consciente hasta la segunda resurrección cuando, su alma, cuerpo y espíritu serán lanzados al Lago de Fuego, no para ser aniquilados sino para sufrir eterno castigo (Daniel 12:2; Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10; Juan 5:27-28; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 20:11-15; 2 Corintios 5:6-8; 1 Corintios 15; 1 Tesalonicenses 4:13-18).

 

29. Sobre la Eternidad

Creemos que después de la conclusión del milenio, la libertad temporal de Satanás, y el juicio de los incrédulos, los salvos entrarán al estado eterno de gloria con Dios, después del cual los elementos de esta tierra se disolverán y serán reemplazados con una tierra nueva en donde sólo mora la justicia. Creemos que después de esto, la ciudad celestial, La Nueva Jerusalén, descenderá del cielo y será el lugar en el que moren los santos, en donde disfrutarán de la comunión con Dios y de la comunión mutua para siempre. Creemos que nuestro Señor Jesucristo, habiendo cumplido su misión redentora, entonces entregará el reino a Dios el Padre, para que en todas las esferas el Dios trino reine para siempre (2 Tesalonicenses 1:9; 2 Pedro 3:10; Efesios 5:5; Apocalipsis 21:2; Juan17:3; 1 Corintios 15:24–28; Apocalipsis 20:15; 21:1–22:5; 20:7–15; 1 Corintios15:28).

 

30. Las 5 Solas: Nuestra herencia de la Reforma

Creemos profundamente en la intervención de Dios en toda la historia universal y de manera particular en la historia de la Iglesia, por lo que nos sentimos conectados, identificados y comprometidos al legado de la “Reforma Protestante” o “Reforma de la Iglesia” que, como su nombre lo indica, tuvo como objetivo dar nueva forma a la iglesia que se encontraba desviada de los principios bíblicos y extraviada en opiniones e interpretaciones humanas; además de ser claramente bíblicas, fundamentales y actuales:

“Sola Scriptura, Sola Fide, Solus Christus, Sola Gratia, Soli Deo Gloria”

Estos fundamentos bíblicos fueron establecidos por la iglesia reformada bajo la guianza del Espíritu Santo con base y fundamento totalmente bíblico para brindar seguridad y protección doctrinal a los creyentes en una época de confusión, abandono e ignorancia de las Escrituras. Creemos y estamos convencidos que estas verdades son absolutas, vigentes y aplicables a la iglesia contemporánea pues fluyen directamente de lo único que no pasará, que es infalible, inerrante y suficiente: la Palabra de Dios (Mateo 24:35).

a. Sola Scriptura (Solo la Escritura). La Palabra de Dios es la máxima autoridad de la iglesia. Solo la Escritura es Inspirada, Infalible, Inerrante, Suficiente y Autoritativa. Por tanto, nada que la contradiga o especule fuera de los márgenes bíblicos será considerado como una sana doctrina (Gálatas 1:6-10; 2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:3).

b. Sola Gratia (Solo por Gracia). La Gracia es un favor no merecido de parte de Dios que por el solo afecto de Su voluntad nos ha sido dado. Por tanto, es algo que el pecador recibe de forma inmerecida basada en los méritos de Cristo alcanzados a través de Su vida, muerte y resurrección. No hay nada en que la voluntad del hombre pueda sumar o añadir algo para su salvación (Efesios 1:5-7; 2:8).

c. Solus Christus (Solo Cristo). Es una declaración poderosa reconociendo que Jesucristo es nuestro único y suficiente salvador. Él es el único mediador entre Dios y los hombres, excluyendo así todo otro camino, persona o institución para llegar a Dios y obtener salvación (Hechos 4:12; 1 Timoteo 2:5).

d. Sola Fide (Solo por Fe). Solo la Fe es el vínculo que existe entre la obra de Cristo y la recepción de esta obra, excluyendo toda posibilidad de que nuestras obras, actitudes o aptitudes puedan contribuir en algo para este propósito. La fe es el vehículo de la Gracia (Efesios 2:8-9, Romanos 3:28).

e. Soli Deo Gloria (Solo a Dios la Gloria). El Dios Trino no es solo el único digno de toda gloria y alabanza sino que en si mismo es la máxima fuente de toda gloria, de la cual está llena toda la Tierra. Es Él quien ha derramado Su gloria para glorificarse en medio de Su pueblo, a través de Su Palabra y Su Hijo Jesucristo. Dios no necesita, ni depende de lo que la creación o criatura alguna pueda o decida hacer para ser glorificado. Él es glorificado en sí mismo perpetuamente. Nosotros su iglesia solo tratamos de vivir conforme a Su Palabra para que Él se glorifique en nosotros y a través de nosotros (Salmo 148:13-14; Apocalipsis 4:11; Romanos 11:36; Efesios 1:4-6; Apocalipsis 5:12-14).

 

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