Sin duda, después de la salvación, una gran bendición es el estar unidos como miembros del cuerpo de Cristo, es decir, la iglesia. Y la forma en que creemos que se expresa formalmente el compromiso con el cuerpo de Cristo es la membresía. La enseñanza bíblica sobre la membresía se puede ver en los siguientes principios:
Los primeros modelos de membresía en la iglesia. Pablo escribió a Timoteo para darle instrucciones específicas sobre cómo dirigir la iglesia y en 1 Timoteo 5:9-10, Pablo instruye a Timoteo para que continúe haciéndolo. La iglesia local de Éfeso conocía los detalles sobre las personas de su iglesia para poderlas pastorear de manera efectiva. Las personas estaban asociadas con iglesias locales específicas, considere a Febe, la diaconisa de la iglesia de Cencrea (Romanos 16:1) estaba claro para Pablo que esta mujer pertenecia a dicha iglesia local. Además, la iglesia primitiva mantenía listas para ayudarles a identificar quién estaba y quién no.
La responsabilidad del liderazgo de la iglesia requiere la membresía. Los ancianos tienen la responsabilidad de pastorear un rebaño específico formado por el pueblo entre ellos (1 Pedro 5:1-12). Para que esto suceda, tiene que haber un rebaño claramente identificable del que un anciano es responsable de pastorear, no puede ser simplemente cualquiera que pasee por las puertas de la iglesia un domingo. La membresía hace que el cumplimiento de esta responsabilidad sea viable y sostenible. Además, existe una relación implícita entre los ancianos y los miembros de la iglesia. El pastoreo implica una relación, y los creyentes están llamados a imitar la fe de aquellos que Dios ha puesto en el liderazgo espiritual (Hebreos 13:7, 17). Imitar implica conocer bien a tus líderes y comprometerte a compartir la vida con ellos. En 1 Timoteo 5:3-8 Pabllo insta a Timoteo a cumplir su responsabilidad de ayuda a "los suyos" y a los de "su casa" com grupos definidos y específicos.
La disciplina de la iglesia requiere la membresía. El objetivo de la disciplina de la iglesia es siempre la restauración (Mateo 18:15-17). La disciplina de la Iglesia debe practicarse con el deseo de llamar a los creyentes al arrepentimiento y restaurarlos a la santidad y la comunión con la iglesia. La Biblia establece procesos de disciplina dentro de la congregación. Sin embargo, una persona no puede ser ayudada en disciplina por la iglesia si nunca perteneció oficialmente a ella. Para que la disciplina de la iglesia funcione de la manera que Dios ha ordenado, la membresía de la iglesia tiene que estar en su lugar.
Los mandamientos "unos a otros" exigen la membresía. Hay más de cincuenta "unos a otros" en las Escrituras. A Dios le importa mucho como interactuamos el uno con el otro. Estamos llamados a ser devotos los unos a los otros (Romanos 12:10), a reprendernos unos a otros (1 Tesalonicenses 5:14), a servirnos unos a otros (1 Pedro 4:10), perdonarnos unos a otros (Efesios 4:32) y a llevar las cargas los unos de los otros (Gálatas 6:2), solo por nombrar algunos. Estos mandamientos exigen un compromiso con una iglesia local. ¿A quién te dedicas? ¿A quién estás sirviendo? ¿De quién estás soportando las cargas? Debes conocer a otros creyentes, y debes conocerlos bien. Esto no funciona sin el compromiso de participar en la vida de otros creyentes. En otras palabras, los "unos a otros" solo funcionan consistente y efectivamente con aquellos con los que estás comprometido y con aquellos que están comprometidos contigo.
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