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16 Febrero

Isaac como figura de Cristo

Written by  Juan Rosales

La vida, personalidad, conducta y comportamiento del patriarca Isaac son figura y tipo de la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo, enmarcada en el contexto del Plan de Salvación. 


“Todo esto no es más que 
la sombra de lo que ha de venir,

pero la verdadera realidad es Cristo.” Colosenses 2:17 (DHH).

 

     INTRODUCCIÓN

De manera detallada y explícita, aunque por un tiempo ocultas, las particularidades del Plan de Salvación fueron trasladadas por Dios a Sus profetas y siervos del Antiguo Testamento, a veces en figuras y tipos, que manifiestan y revelan a Cristo como el segundo Adán (Romanos 5:12-21; 1 Corintios15:22) como el Escogido desde antes de la fundación del mundo, que vendría a darse en sacrificio en favor de la humanidad perdida. El Antiguo Testamento contiene muchas figuras y tipos, a veces representados en objetos, tales como el Tabernáculo de Dios, o en siervos de Dios, como Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, David y otros más, cuyo comportamiento y modo de vida reflejaron el propósito de la obra expiatoria que vendría a cumplir Jesús. El tipo o figura que nos ocupa es el de Isaac. 

La tipología del Nuevo Testamento llama la atención a un punto de similitud entre una persona, evento o cosa en el Antiguo Testamento y una persona, evento o cosa en el Nuevo Testamento.

 

“Ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios” 2 Pedro 1: 21.

 

  1. EL PECADO DE ADÁN Y EVA

Dios formó a Adán del polvo de la tierra, a Su imagen y semejanza; y sopló sobre él aliento de vida, y Adán vivió. El primer hombre fue el señor de todo. Dios puso a su disposición y cuidado el jardín del Edén; le ordenó tener domino sobre los animales y la creación, pero le prohibió comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2:16-17). Sin embargo, ambos transgredieron el mandato de Dios. Eva, a quien Dios creó de una de las costillas de Adán, cayó en la tentación de comer el fruto del árbol prohibido, ya que Satanás le dijo que si comían de ese fruto serían como Dios. 

El pecado de Adán y Eva, denominado pecado original, los alejó de Dios y del regalo de vida eterna, lo que impidió a Adán ser confirmado como el justo hijo de Dios y dejar de ser representante del hombre. Adán recibió sentencia de muerte. La cabeza de la serpiente sería aplastada, y el talón del hombre sería herido. (Génesis 3:15). Además de la separación de su comunión con Dios, se registró la muerte espiritual y física, y la pérdida de la inocencia de ambos, lo cual marcó el rompimiento de la comunión entre Dios y el hombre, y cambió la tendencia natural del hombre hacia el bien por la tendencia hacia la maldad y hacia el pecado.

 

  1. EL PLAN DE SALVACIÓN

El Plan de Salvación fue diseñado desde la eternidad por la misericordia de Dios, y manifiesta Su inmenso amor por aquellos que ha escogido a través de Jesucristo, Su Hijo Unigénito (1 Corintios 1:28) quien, en completa humildad y sumisión, entregó Su vida en favor de los escogidos para restablecer la relación y comunión entre Dios y el hombre, que el pecado interrumpió. Para dar cumplimiento al Plan de Salvación, el Hijo Unigénito deja la gloria que tenía con el Padre y viene a morir como pecador en representación del hombre, y dar cumplimiento a la justicia del Padre celestial, haciéndolo en total obediencia y humildad. (Salmos 40:8-9; Hebreos10:7) Jesús fue colgado en la cruz en aparente desesperanza y allí murió, pero se levantó de entre los muertos y fue exaltado a la derecha de Dios (Apocalipsis 12:5; Hechos 2:32-33). Jesús también fue el vencedor en Su propia muerte, con lo cual expió el pecado, cumplió con las exigencias de la ley y trajo salvación a los pecadores. El dominio de Adán ahora sería ejercido por Cristo para reunir a la plenitud de Israel y a las naciones en el día de Su gloria, y anular la rebelión del hombre. (Romanos 11:12,25; Apocalipsis 7:9). La gran promesa de Dios permanece. Por ello, el apóstol Pedro declara “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).

 

3. ISAAC COMO FIGURA DE CRISTO

3.1 La Promesa de Dios a Abraham

Las promesas que Dios le hizo a Abraham (Génesis 12:3;13:14-15;17:7-8) también fueron hechas a Isaac (Génesis 26:4) y a Jacob (Génesis 28:14) su hijo y nieto, respectivamente. Dios promete a Abraham convertirlo en padre del linaje de la promesa (Génesis 12:7-8); ser Su herencia y porción de Él y Su simiente, y bendecir a las naciones. A través de la descendencia de Abraham vendría alguien por el cual el mundo sería bendecido (salvo), "Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra." (Génesis 12:3), lo cual es una referencia al Mesías (Jesús).  Pablo confirma esto en Hechos 3:25-26: "Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. A vosotros, primeramente, Dios habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese". La segunda promesa tiene que ver con la ierra y es precisamente en la tierra que las familias serán bendecidas. Dios específicamente le promete a Abraham la tierra como su herencia.

 

     3.2 La esterilidad de Sara

Al ser estéril Saraí, esposa de Abraham, y ver que sus años para procrear ya habían pasado, Abraham duda de la promesa de Dios, referente a que de su linaje recibirían bendición las naciones de la Tierra, y más si se considera que Dios había rechazado que tal linaje proviniera de Ismael, el hijo que Abraham procreó con Agar, la esclava egipcia de Saraí. Sin embargo, Dios le confirma que Isaac será el padre de muchas naciones, y que la circuncisión sería una señal del pacto. La circuncisión no era el pacto, era la señal que le recordaría el pacto. “Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.” (Génesis 17:6). El pacto no solo sería con Abraham, debería mantenerlo con toda su generación, debería enseñarle a sus hijos y nietos. (vr.9). Parte del pacto consistía en andar delante de Dios y ser perfecto. En ese momento Dios les cambia el nombre a ambos: Abram es nombrado Abraham, que significa “Padre de multitudes”, y Saraí recibe el nombre de Sara, que significa “Princesa”. 

Es así como en el tiempo fijado por Dios, Sara concibe a su primogénito Isaac, heredero de la promesa. “Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es”, pero rescatados mediante una ofrenda sustitutoria (13:13). Los primogénitos varones son también consagrados a Dios (Éxodo 13:2) “Conságrame todo primogénito.” La Palabra describe a Jesús como el primogénito, “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”. (Romanos 8:29).

 

3.3 Similitudes entre el nacimiento de Isaac y el nacimiento de Jesús. 

1) Ambos nacimientos, el de Isaac y el de Jesús, fueron profetizados antes de que ellos nacieran. Dios prometió darle un hijo a Abraham cuando Él lo llamó que saliera de Ur de los Caldeos. Eso fue alrededor de 25 años antes del nacimiento de Isaac. Ese es el tipo. La venida de Jesús también fue profetizada antes de que Él naciera. Dios dijo a la nación de Israel, “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo” (Isaías 7:14). Ese es el anti-tipo, el cumplimiento del tipo.

 

2) Hubo un largo período de tiempo entre la promesa y el cumplimiento en ambos casos. Hubo un período de unos 25 años desde el momento en que Dios lo prometió hasta el nacimiento de Isaac. El nacimiento de Jesús fue profetizado cientos de años antes de que Él naciera. Así que, de nuevo, hay un tipo y un anti-tipo, una promesa y un cumplimiento de la misma.

 

3) El nombre de Isaac y el nombre de Jesús fueron profetizados antes de que ellos nacieran. Dios le dijo a Abraham, “Y llamarás su nombre Isaac” (Génesis 17:19). Asimismo, el ángel del Señor se le apareció a José y le dijo: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Esto confirma que hay un paralelo entre Isaac (el tipo) y Jesús (el anti-tipo).

 

4) El anuncio del nacimiento de ellos pareció imposible a ambas madres. Sara tenía noventa años y Abraham tenía cien años cuando nació Isaac. Cuando a Sara se le dijo que ella daría a luz un hijo, “Se rio, pues, Sara entre sí” – y dudó de que algo así sucedería. Cuando el ángel Gabriel le dijo a la Virgen María que tendría un hijo llamado Jesús, María dijo: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón” (Lucas 1:34). En ambos casos, a las mujeres se les dijo que nada es demasiado difícil para el Señor. A Sara, le dijo el ángel: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” (Génesis 18:14). A María, le dijo el ángel: “Porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). Tanto en el tipo como en el anti-tipo, en ambos casos, el anuncio del nacimiento sobrenatural de sus hijos pareció imposible a sus madres, Sara la madre de Isaac y María la madre de Jesús.

 

5) Ambos nacimientos ocurrieron en el tiempo señalado por Dios. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho.  Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.  Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le había mandado.  Y era Abraham de cien años cuando nació Isaac su hijo.” (Génesis 21:2-5). Pablo dijo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4). Isaac nació en el “tiempo que Dios había dicho”. Jesús nació, “cuando vino el cumplimiento del tiempo”. Ambos nacimientos ocurrieron en el tiempo señalado por Dios, tanto el tipo (Isaac) como el anti-tipo (Jesús).

 

6) El nacimiento de Isaac y el nacimiento de Jesús fueron un milagro. El nacimiento de Isaac, Hijo de Abraham, fue un milagro, ya que Isaac nació cuando Abraham era totalmente infecundo a la edad de cien años, y Sara era completamente estéril a la edad de noventa años. Pero Dios había prometido a Abraham y a Sara un hijo, una semilla que se convertiría en la bendición de todo el mundo. Se declara que Abraham y Sara eran viejos y seniles, y Sara se rio de la promesa de un hijo. Entonces Dios le responde: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo” (Génesis 18:14).

 

7) Isaac y Jesús fueron el gozo de sus padres. Génesis 21:3 dice: “Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac”. El nombre “Isaac” significa risa. Sara se había reído en incredulidad ante el anuncio de su nacimiento. Y Abraham se rio de gozo por el nacimiento de su hijo. Se rio con tanta felicidad que llamó a su bebé “risa. De la misma manera, cuando Jesús fue bautizado, Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

8) Ambos hijos fueron obedientes a sus padres, aun hasta la muerte. Isaac siguió a su padre para ser matado en el Monte Moriah. “Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” (Génesis 22:9-10). Eso fue verdad de Isaac, y fue indudablemente verdad del Señor Jesucristo. “Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía”.(Lucas 33:42 BNTV).

 

3.4 Dios pide en sacrificio a Isaac (Gn.22:1-18) 

Abraham había obedecido a Dios muchas veces en su caminar con Él, pero ninguna prueba había sido más severa que la descrita en Génesis 22. Dios le ordenó, “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:2). Esta era una petición sorprendente, porque Isaac era el hijo de la promesa. Abraham ya había perdido a Ismael al marcharse Agar de su lado; ahora se le pide la inmolación del hijo que le queda. Desprenderse del hijo significaba desprenderse incluso del cumplimiento de la promesa que veía realizado en Isaac. A pesar de todo, Abraham obedece, confiando en la voluntad y fidelidad de Dios; decide ofrendar a Isaac (Génesis 22:6-8, 14; Heb.11:17-19). Muy temprano a la mañana siguiente, Abraham se puso en marcha con dos sirvientes, un asno y su amado hijo Isaac, junto con la leña para la ofrenda y lo puso sobre el altar. El carnero fue inmolado en lugar de Isaac, y el Cordero de Dios sufrió la crucifixión por nosotros. Abraham no le dio a Isaac la oportunidad de decir nada. No obstante, Isaac siguió la voluntad de su padre y fue obediente hasta la muerte. Del mismo modo, cuando el Señor Jesús estaba a punto de morir, Él dijo: “No sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mateo 26:39).

Al ver la fe de Abraham, Dios acepta el ofrecimiento de un sustituto para Isaac ya que, al ser éste también un pecador, no era ofrenda agradable para Dios. Al llamarlo a monte Moriah, Dios decidió probar la fe de Abraham, llevándolo al lugar donde después estaría la Cruz del Calvario (Romanos 8:32), y en donde Dios proveería el Cordero para arrancar el pecado. La obediencia de Abraham ante este abrumador mandato, exaltó el soberano amor de Dios, Su confiabilidad, y Su bondad, lo cual habla de un gran misterio: el Hijo de Dios en la entrega del Padre en favor de nosotros, que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros para que pudiéramos vivir por medio de Él (Romanos 5:6-8; 1 Juan 4:9:10). Sin la tipología del sacrificio de Abraham, no podríamos entender el profundo significado de la enseñanza en el Nuevo Testamento sobre el amor de Dios al entregar a Su Amado. A Dios le bastó ver la intención sincera de Abrahán de cumplir lo que le pedía.

      3.5 Búsqueda de esposa para Isaac.

Génesis capítulo 24 nos relata el momento en que Eliezer, siervo de Abraham, fue a Mesopotamia a buscar esposa para Isaac.

“…irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac.” (Génesis 24:4) 

“…que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac.” (Génesis 24:14) 

“…dio a luz en su vejez un hijo a mi señor, quien le ha dado a él todo cuanto tiene.” (Génesis 24:36) 

“Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó.” (Génesis 24:67)

Todo este capítulo habla de Isaac como figura de Cristo, y de Rebeca como figura de la Iglesia. El siervo de Abraham, que es figura del Espíritu Santo, fue a aquella tierra lejana para buscar esposa para Isaac, del mismo modo en que el dulce Espíritu Santo está ahora en la tierra obrando en la salvación de personas, que son la Iglesia de Cristo, la Esposa del Cordero. El siervo habla de Isaac a la familia de Rebeca, así como el Espíritu Santo habla acerca del Hijo.

 

Del mismo modo, el capítulo 24 destaca también los siguientes cuatro títulos que se le dan a Isaac, y que remiten al Señor Jesucristo: 

 

Hijo: este no es el único lugar donde se nos habla de la estrecha relación entre Abraham e Isaac. En el capítulo 22 Dios le dice a Abraham «tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas». Es una relación de amor, única y estrecha, que nos remite a la relación eterna que existe entre Dios el Padre y Jesús, el Hijo de Dios, la cual es perfecta, inquebrantable, íntima y eterna. El Padre conoce todo del Hijo y el Hijo conoce todo del Padre. Son uno en carácter y en esencia, a tal punto que Cristo dijo «Yo y el Padre uno somos», «el Padre está en mí, y yo en el Padre», «el que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 10:30,38; 14:9); 

 

Siervo: Este siervo de Abraham está orando a Dios y dice «tu siervo Isaac». Con ello, se está describiendo una relación de sumisión. Isaac tenía fe en Dios y eso se manifestaba en su disposición de hacer la voluntad de Dios, como siervo. Sin embargo, no hay otro Siervo como Cristo Jesús que fue obediente en todo, dependiente de Dios, sujeto a Su voluntad. Por ello, Dios habla de Él, por medio del profeta Isaías, diciendo: «He aquí mi Siervo» (Isaías 42:1); 

 

Heredero: Isaac era el heredero de todo lo que Abraham tenía. Él era el principal, aunque el primogénito de Abraham era Ismael. No se dividió la herencia, todo era para Isaac. Hebreos 1:2 indica que Cristo es el heredero de todas las cosas, “el Hijo, a quien constituyó heredero de todo”.

 

Esposo: Llegó el gran momento esperado por Isaac y también por Rebeca, el encuentro de ambos para unirse en matrimonio. Rebeca no lo conocía, pero había escuchado acerca de él. Isaac la tomó por mujer y la amó. Sobre este particular, cabe destacar que el amor de Cristo es aún mayor por su Iglesia, lo cual permite estimar y valorar más el pasaje del Nuevo Testamento que, con respecto a Cristo declara «se entregó a sí mismo por ella» (Ef. 5:25).

 

Conclusiones

     Con base en todo lo expuesto anteriormente hay elementos suficientes para determinar que el patriarca Isaac es sombra o figura del Mesías que habría de venir, al igual que constituye una gran señal cumplida en su totalidad en la obra de redención de nuestro Señor Jesucristo. Si consideramos todas las representaciones de Isaac como figura de Cristo descrita en el Antiguo Testamento, veremos que fueron soberanamente dispuestas, y corresponden a la palabra clara de la revelación del Nuevo Testamento. La Biblia entera encuentra su significado y explicación en la redención provista por Jesucristo. El Antiguo Testamento es Cristocéntrico. Cristo es predicho y anticipado en el Antiguo y proclamado en el Nuevo. Esto confirma también que cada palabra de la Biblia es la Palabra de Dios, que no declara nada contrario a lo que es verdadero y real, ya que todo lo que declaran es fiel y exacto, porque es la Palabra de Dios.

Es importante ver como Dios trabaja en la vida del hombre, lo cual sugiere preguntar ¿Cuál es entonces el significado del Dios de Isaac? El Dios de Isaac significa que todas las exigencias, expectativas y normas que Él estableció con Abraham las cumple Él mismo. En Abraham vemos el propósito de Dios, y en Isaac la operación de Su vida. Las exigencias y normas de Dios se ven en Abraham, mientras que la provisión de Dios se encuentra en Isaac.

El pasaje del sacrificio de Isaac contiene un rasgo distintivo que constituye el modelo anticipado del sacrificio redentor de Cristo, la prefigurada Pasión de Cristo, el Hijo Único del Padre: Aparece el padre que entrega al hijo; el hijo que se entrega voluntariamente a la muerte, colaborando a solicitud del padre. Asimismo, el pasaje enfatiza que por la obediencia de Abraham y la no resistencia de Isaac al sacrificio, la bendición de Dios llegará a todas las naciones de la tierra. El carnero que Dios pone a disposición de Abraham es la representación anticipada de Jesucristo, en cuanto que, como Cristo, aquel cordero fue inmolado para salvar al hombre. Cristo es a quien vio Abraham en aquel sacrificio. Por eso dice la Escritura: “Abraham llamó a aquel lugar, El Señor provee”, para que hoy pueda decirse: el Señor se apareció en el monte, es decir, que se apareció a Abraham revelando su futura pasión en su cuerpo, por la que redimió al mundo. 

Por lo tanto, se vuelve a confirmar que para el perdón de nuestros pecados y restablecer la relación perdida, no bastaban los sacrificios de la Antigua Ley: se hacía necesaria la entrega del Cordero de Dios.  El hacer una comparación implícita entre Isaac y Jesucristo, permite observar claramente la culminación del amor de Dios en la muerte de Cristo, lo cual haya sustento en la afirmación del apóstol Pablo, al señalar que el Padre celestial “… no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. (Romanos 8:32). Si el detener la mano de Abrahán representaba ya una manifestación del amor de Dios, mayor aún es esa manifestación cuando permite la muerte de Jesús como sacrificio expiatorio por todos los hombres. 

La similitud de Isaac con nuestro Señor Jesucristo nos debe de invitar a desarrollar y ser nosotros un tipo de Cristo. Necesitamos tener siempre presente el grado de piedad, humildad y amor que Isaac y nuestro Señor Jesucristo mostraron y, en la medida de lo posible replicarlo y vivir la vida Cristocéntrica revelada en la Palabra. El mensaje de la cruz no sólo debe estar en el corazón de nuestra fe, sino que debe abarcar toda la existencia de nuestra fe, nuestra vida y nuestro culto a Dios.

 


Bibliografía:

Recuperado de:https://www.youtube.com/watch?v=9z97TWcHquo

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