“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12 RVR1960

La expresión clara y directa que menciona que la Salvación es y está solo en Jesucristo se encuentra en el libro de los Hechos. Esto es relevante pues nos hace notar que el centro y vida del mensaje y practica de la iglesia del principio giraba alrededor de esta verdad, y en ésta verdad descansaba su esperanza.

La iglesia de hoy debe afirmarse con todo su corazón en esta herencia de vida eterna que hemos recibido. No hay salvación en nada ni nadie más, por lo tanto nada ni nadie es digno de confianza en cuanto a la situación de nuestra alma después de morir, no hay otro nombre más poderoso en quien debamos depositar nuestra vida.

El gran error de la humanidad ha sido que ha puesto su esperanza, su fuerza y su confianza en otras personas, llámense sabios, políticos, filósofos, médicos, líderes, profetas o apóstoles; y han confiado más en otros nombres, obras, títulos, instituciones, religiones... Y el nombre que es sobre todo nombre lo han ignorado. 

Por eso hoy, la iglesia que ha sido salvada por el único que puede hacerlo por qué es el único que murió, perdonó nuestros pecados y resucitó de entre los muertos debe darlo a conocer; la iglesia que confía y proclama el nombre más grande de todos debe proclamarlo con amor y pasión a todos aquellos que hoy tiemblan ante los nombres temibles de enfermedades o plagas, de guerras, de amenazas de pobreza, aún de la misma muerte.

El nombre que es sobre todo nombre y el único que ofrece amor, perdón de pecados y salvación eterna debe surgir de nuestros labios, de nuestra conducta, y merece ser proclamado con todas nuestras fuerzas y por todos los medios que tengamos.

¡Solo Jesucristo Salva! ¡Solo a Jesucristo sea la Gloria!