“Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto y aceptado con gusto desde lejos, confesaron que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.” Hebreos 11:13 LBLA

La Biblia nos da cuenta de todos aquellos que por la fe esperaron a Cristo en el Antiguo Testamento y murieron sin haberlo visto, no obstante, aceptaron llevar una vida donde entendieron que Dios tenia mayores y mejores promesas que las que este mundo les ofrecía.

La iglesia de hoy no estamos esperando al mesías, por que Jesucristo ya vino, murió y resucitó, el hijo de Dios se ha manifestado y se ha revelado a nosotros por el Espíritu Santo y por la fe sabemos que tenemos vida eterna.

Ante esta certeza, la iglesia de hoy proclama y sabe que somos peregrinos y extranjeros, que estamos de paso por la tierra. Como cristianos que pertenecemos al reino de los cielos y no a este mundo, no debemos amar al mundo. No debemos ser amigos del mundo; somos embajadores de Cristo. Somos gente extranjera que vive conforme a una norma suprema. Jesucristo mismo lo dijo acerca de nosotros: “Estamos en el mundo, pero no somos del mundo” (Juan 17:11-16).

El apóstol Pedro, al igual que el autor de Hebreos, también nos lo recuerda queriendo que aquellos cristianos que padecemos persecución o aflicción, entendamos que aunque el mundo nos rechace, Dios mismo nos ha escogido. Esta seguridad debe animarnos y fortalecernos al saber que aunque forasteros y desheredados en este mundo, somos ciudadanos escogidos en el reino de Dios.

“Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma.” 1 Pedro 2:11 LBLA